En realidad, no fue nada. Un chapuzón inocente. Futbolistas jóvenes y eufóricos con un grupo de chicas que, al no haberse traído bañador o bikini, se lanzaron a la piscina desnudas. Fue en el caluroso verano de 1974 en un hotel de Hiltrup, un pequeño pueblo de Alemania, y el baño fue el epílogo de una de las muchas fiestas que Holanda iba montándose para combatir el aburrimiento mientras avanzaba el Mundial. Y no eran oponentes menores los que se cruzaban en su camino. Bulgaria, Uruguay, la RDA, Argentina y Brasil cayeron ante las exhibiciones de la naranja mecánica del capitán Johan Cruyff que, junto al propio Michels, acababa de llevar al Bar§a de la nada al título de Liga. También Johan se lanzó a la piscina, hacia las cuatro de la madrugada del 1 de julio. Y ahí, en el sótano del Waldhotel Krautkrämer, empezó a perder Holanda el Mundial que tenía que haber sido suyo.

Mientras que Alemania recuerda estos días que hace 50 años ganó su primer Mundial, Holanda se ha dedicado a rememorar aquel verano tan brillante como doloroso. La televisión pública dedicó el lunes seis horas al Mundial 74 y varios libros han aportado nuevos detalles sobre los pormenores de aquella derrota (2-1). Mañana, en Oporto, como hace 30 años, Holanda y Alemania jugarán más que un partido."¿Qué pasó, Johan?" le preguntó el entrevistador la semana pasada a Cruyff en aquella noche dedicada al 74. Treinta años después, el exazulgrana mantiene que no pasó nada. "Eran historias. Unos pensaban haber visto algunas cosas y se las contaban a otros, y de ahí salió en los periódicos", contestó, visiblemente incómodo al recordar uno de los momentos más difíciles en su carrera como jugador, pero sobre todo la mayor crisis en su duradero matrimonio con Danny. Una cosa que iba ligada con la otra.

¿No pasó nada? Ya son tantos testimonios aparecidos en las últimas semanas, que sólo se ha reforzado la vieja tesis, resumida entonces en un titular sensacionalista del diario Bild, ansioso de desestabilizar a los favoritos holandeses, los genios del balón que amenazaban con aplastar también a los alemanes. Los Krol, Suurbier, Van Hanegem, Cruyff, Rensenbrink, Neeskens y Rep contra los Beckenbauer, Breitner, Hölzenbein, Vogts, Hoeness, Bonhoff y Müller. El martes 2 de julio, Bild titulaba a ocho columnas en la página 5: Cruyff, Sekt, nackte Mädchen und ein kühles Bad (Cruyff, champán, chicas desnudas y un baño fresco).Uno de los testigos de excepción es otro periodista, Guido Frick, que trabajaba para un periódico local, el Stuttgarter Nachrichten y que se hospedaba de incógnito en el hotel de la selección holandesa, ya que estaba prohibida la presencia de periodistas. "Cruyff, Neeskens, Rep, Haan... fueron los Beatles del fútbol de los años 70", recuerda Frick, que era un admirador de los holandeses y que pudo sumarse a una fiesta que montaban en la habitación de uno de los jugadores, impregnada de humo y olor a alcohol, para celebrar la victoria por 2-0 sobre la RDA, que significó el pase a la semifinal. "Vamos a bañarnos", sugirió Cruyff.

El grupo bajó a la piscina, con tres chicas, y todo el mundo se quitó la ropa. Aunque Frick se fijó en si pasara algo más escandaloso entre unos y otras, no hubo nada más que un juego inocente. Lo recuerdan también los jugadores y gemelos René y Willy van de Kerkhof en su biografía Los hermanos , que vio la luz la semana pasada. "La noticia de que había unas chicas semidesnudas en la piscina corrió como la pólvora. Al final, éramos unos 15 o 16 jugadores en la piscina. Durante dos horas lo pasamos fenomenal".

Y todo ocurría durante la ausencia del seleccionador Rinus Michels, apodado el general por su disciplina, y que llevó a su país a ser el más admirado. "Lo nuestro fue una promoción del fútbol total. Allá donde ibas en el mundo, la gente hablaba de Holanda". Aquella noche, como varias otras durante el Mundial, Michels estaba en Barcelona, para dirigir al equipo azulgrana durante las semifinales y la final de la Copa del Generalísimo, que finalmente perdió ante el Real Madrid.

Por supuesto que Michels se enteró del escándalo que habían montado sus chicos a altas horas de la madrugada, pero aún ahora sigue defendiéndolos. "Aquello fue una campaña de los alemanes contra nosotros, magnificado por Bild y copiado en todo el mundo". El tabloide sensacionalista Bild se enteró gracias a Frick, que se le contó a un compañero de aquel diario.El baño llegó a la prensa holandesa y enseguida empezaron a sonar los teléfonos en el Waldhotel de Hiltrup, y a escucharse las voces de esposas celosas e indignadas. Como no había teléfonos en las habitaciones, los futbolistas atendieron las llamadas en las cabinas en el vestíbulo.El que más tiempo se pasó ahí fue el capitán, Johan Cruyff, intentando calmar a una furiosa Danny, a menudo hasta altas horas de la madrugada. "En esa cabina, Johan sudaba más que en un entrenamiento", dijo el portero suplente Piet Schrijvers. Y el delegado del equipo, Carel Akemann, desveló los apuros por los que pasó la estrella. "Cuando desde recepción se gritaba ´¡Teléfono para el señor Cruyff!´, Johan no quería ponerse. ´Otra vez no´, decía. Al final me llamaba Cor Coster, el suegro de Johan, y me decía que su hija le estaba volviendo loco y que, por favor, se pusiera Johan".También los Van de Kerkhof recuerdan en su biografía el aluvión de llamadas. Explican que Danny exigía que Johan volviese a casa, que se olvidara de jugar la final. Un alto cargo de la federación viajó a Amsterdam para convencer a la señora Cruyff de que su marido siempre había estado en la habitación. Al final, según cuentan, Danny le permitió quedarse bajo la promesa que nunca más estaría tanto tiempo lejos de casa. Cuatro años después, Cruyff renunció a jugar el Mundial de Argentina.Matrimonios en peligroLos presentes en Alemania coinciden en que las consecuencias del baño en la piscina afectaron seriamente a la plantilla. A George Knobel, que poco después del Mundial se hizo cargo de la selección, le contaron que "había cuatro o cinco matrimonios a punto de romperse. Los jugadores tenían otra cosa en la cabeza en lugar de la final. La noche antes, apenas durmieron".En un ambiente enrarecido, la naranja mecánica saltó el domingo 7 de julio al césped del estadio olímpico de Múnich. Empezó bien. Sacó del centro y tras 15 pases seguidos el balón llegó a Cruyff. Este empezó una carrera en solitario y fue derribado en el área rival. Sin que los alemanes hubieran tocado aún el balón, Johan Neeskens marcó de penalti. Igual que sus compañeros, ya veía cerca el final exitoso de la larga estancia alemana. "Estábamos deseando que el torneo acabara, aunque fue una pena no ganar. Estuvimos tan cerca..."Poco después, sin embargo, Holanda fue desvaneciéndose, encajando en el primer tiempo ya dos goles, uno de penalti a raíz de una piscina de Hölzenbein, transformado por el madridista Paul Breitner, y el 2-1 de Gerd Müller.A excepción de esa carrera inicial, Cruyff no fue el de siempre. "Jugó mal", recuerdan sus compañeros de entonces. Y si Johan jugaba mal, Holanda también. Aunque él ahora lo relativice: copiado en todo el mundo"Bild

"En esa cabina, Johan sudaba más que en un entrenamiento""Cuando desde recepción se gritaba ´ Johan no quería ponerse. ´ decía. Al final me llamaba Cor Coster, el suegro de Johan, y me decía que su hija le estaba volviendo loco y que, por favor, se pusiera Johan"

"había cuatro o cinco matrimonios a punto de romperse. Los jugadores tenían otra cosa en la cabeza en lugar de la final. La noche antes, apenas durmieron"

naranja mecánica "Estábamos deseando que el torneo acabara, aunque fue una pena no ganar. Estuvimos tan cerca..."

piscina

"Jugó mal""Si hubiéramos ganado esa final, no se hubiera hablado tanto de ella como ahora, incluso 30 años después"