—¿Cómo está su rodilla derecha tras la rotura del cruzado?

—Bien, ya empieza a coger fuerza y tono muscular. Es una lesión larga en la que cuesta sobre todo ganar fuerza y después de siete meses y medio empiezas a notarte otra vez fuerte y seguro.

—¿Y de ánimo?

—Bien también. Dice la gente que cuesta mucho mentalmente, pero yo solo tuve dos momentos malos, que fueron el día que me lesioné, que estuve toda la tarde en casa y en blanco prácticamente; y el día que me confirmaron que el cruzado estaba roto. A partir de ahí cambié mi mentalidad totalmente. He intentado darle la vuelta y que fuera algo positivo para mí, porque iba a tener un tiempo para mejorar mentalmente y físicamente y lo he aprovechado.

—Sorprende que diga que le vino bien.

—No es lo más común ni lo mejor que podía pasar, pero tengo 20 años y de cara al futuro necesitaba ganar físicamente y me ha hecho madurar y valorar más las cosas. Creo que me ha ayudado, aunque claro que me hubiera gustado haber estado en un campo de fútbol y disfrutando, pero creo que ha sido un paso atrás para tomar impulso.

—¿Cuándo podrá incorporarse al trabajo con el grupo?

—Mi objetivo es intentar acabar esta temporada entrenando para sentir la sensación de que no he estado todo el curso en blanco y sentirme futbolista de nuevo, pero el plan es empezar la pretemporada como uno más.

—¿Cómo fue esa fatídica jugada en la que se rompe en San Juan?

—No había notado nada antes extraño. En el minuto 3 viene un balón, bota, salto y me toca una mano por detrás y al caer intenté ir hacia un lado y noté que la rodilla se iba como hacia fuera y un crujido. Sabía que algo no iba bien, pero tenía la esperanza de que fuera algo menor.

—¿Cómo fue el proceso de asumir una lesión tan grave?

—En esa parte han influido mucho mi familia, amigos y el club. El Zaragoza me dio esa confianza y empuje de ánimo para poder darle la vuelta a la situación. La firma del nuevo contrato me dio mucho ánimo e ilusión para poder mirar hacia delante.

—¿Se lo esperaba?

—Para nada. La semana en la que me rompí, más o menos por la mitad, me llamaron porque ya estaba todo preparado para firmar la renovación y de repente el domingo me lesioné. Lo cuento porque creo que es de agradecer al club que en mi situación, estando lesionado, hayan apostado por mí igualmente.

—Se le nota que fue un alivio para usted.

—Sí, porque era la mayor preocupación que tenía. Recuperarme de una lesión con la incertidumbre de ver qué iba a pasar conmigo es difícil, pero me dieron una seguridad y tranquilidad que me ha ayudado a conseguir una mejor recuperación.

—Además ha renovado con el Zaragoza, que es el club de su corazón, poco más se puede pedir.

—No tenía ninguna duda de que mi objetivo era poder llegar a lo que acabo de llegar. Me quedan todavía por delante muchos sueños y motivaciones, pero este es el primero. Llevo diez años aquí, he ido a La Romareda como uno más y ahora me veo dentro del campo. Es algo único.

—¿Se esperaba la llamada del primer equipo para hacer la pretemporada y el protagonismo que tuvo?

—Me habían medio avisado porque dependía un poco del número de jugadores que hubiera y a algunos del filial nos habían dicho que podría ser que comenzásemos la pretemporada con el primer equipo. Tenía la esperanza de que recibiera esa llamada pero no llegaba, pero cuando llegó me alegré mucho. No tuve nada de miedo, fue ilusión. Sí respeto, pero miedo ninguno. Sobre el protagonismo, creo que fui de los menos protagonistas, pero estoy muy agradecido.

—¿Esa falta de miedo fue la que le condujo a disputar los choques amistosos con tanto arrojo y desparpajo?

—Influye mucho el equipo y sentirse cómodo, también con el cuerpo técnico, porque a todos los jóvenes nos dio mucha pausa y no nos metió miedo en el cuerpo, aunque también era pretemporada y los partidos no tienen tanta trascendencia. El ambiente con el equipo es increíble, me han tratado siempre fenomenal, te hacen sentir cómodo e influye mucho a la hora de jugar. Les estoy muy agradecido.

—Ha habido durante la temporada muchos cambios y también en la defensa. ¿Cuántas veces ha pensado en qué hubiera sucedido si no se hubiese lesionado gravemente?

—Hacerse esa pregunta es volverse un poco loco porque no me beneficia para nada. Tenía que centrarme en la recuperación y lamentarte de esa forma no me iba a ayudar para nada. Ha habido lesiones y necesidad de ir amoldando el equipo con otros jugadores. ¿Qué hubiera pasado? No lo sé, ojalá pudiera saberlo.

—¿Le pesa o le presiona que se diga de usted que es una de las grandes perlas de la cantera del Real Zaragoza?

—No lo veo así. Cuando lo vives tú mismo, como persona, es distinto. La repercusión es diferente. Es momento de que demuestre y de poder devolverle al club la confianza. Igual llega la temporada que viene y noto algo más, pero ahora mismo no noto esa presión porque haya esperanzas puestas en mí. Me lo tomo con tranquilidad y no hay que volverse loco.

—Desde que entró a la Ciudad Deportiva en alevines hasta hoy ha compartido equipo y experiencias con Soro. ¿Qué significa para usted?

—Lo veo casi como un hermano pequeño, porque lo trato un poco así ya que es un poco más tímido y trato de cuidarle un poco más. Ahora ya casi me tiene que cuidar él más a mí. Entré con él en el Alevín B y uf… es que hemos pasado todos los años juntos. Dentro del campo he tenido algo con él, una conexión que es bonita pero difícil de explicar. Encontrarme en La Romareda, con el Zaragoza y con él dentro del campo es algo que me ilusiona.

—La temporada de Soro puede ser un termómetro de la suya por sus vidas paralelas.

—Ha ido de menos a más, como es lógico por ser un jugador joven. Ha contado con la confianza de los entrenadores y la dirección y luego él también ha respondido. Para mí es un orgullo que pueda estar ahí demostrando y va a ser uno de los jugadores bandera del futuro del Real Zaragoza. Ojalá le tengamos muchos años aquí porque es un jugadorazo.

—¿Quiénes son sus referentes? ¿En quién se fija?

—En cuanto a valores, el máximo referente es Nadal. Es un deportista que tiene todo muy claro y transmite los valores de respeto y deportividad. Es un ejemplo de profesionalidad, superación y de saber llevar bien los momentos buenos y malos. En cuanto a lo futbolístico trato de fijarme en jugadores de mi posición pero de aquí, del Zaragoza, porque es lo más cercano que tengo y de lo que puedo empaparme. Evidentemente, los grandes futbolistas le gustan a todos como Piqué o Sergio Ramos, pero trato de obtener el máximo de los que están aquí porque son los más me pueden ayudar.

—Hay gente que ve en usted el nuevo Vallejo, ese central joven y canterano que sea referencia.

—(Resopla) Es otro referente. En cuanto a zaragocismo, Ander Herrera y él son los ejemplos para todos los chavales que venimos de la cantera. Coincide con mi posición y me debo fijar en él porque le ha ido bien y, además, haciendo las cosas bien. Es una persona muy normal, que siempre intenta mirar por todos por encima de él. Ojalá llegara a lo que es él.

—¿Cuáles son sus sueños y motivaciones?

—A corto plazo el sueño que tengo es poder disputar el máximo de partidos con el Real Zaragoza. A largo plazo, vivir un ascenso desde dentro. Es otra cosa que me motiva mucho para el año que viene. Sé que ha sido una temporada difícil y mala, pero creo que el objetivo del ascenso nos puede motivar mucho y que se puede hacer un buen año y conseguirlo. Después de tantos años lograrlo sería muy bonito.

—Es muy ambicioso y lanzado.

—Somos un club grande que debe volver cuanto antes a donde nos merecemos y por decir que se va a intentar, porque creo que se puede dar, no creo que pase nada. Todos debemos pensar que es posible, porque años difíciles los han tenido todos los equipos. No hay ningún problema en empezar de cero, coger fuerzas y estoy seguro de que se puede hacer algo bonito.

—¿Cuál fue el mejor consejo que le han dado?

—No sé si es el mejor, pero hay uno que se me quedó grabado. Al acabar la temporada en el Alevín A, Míchel Berges (su entrenador) me dijo, al acabar una comida de final de temporada, que hasta que no me atreviera a todo lo que podía hacer no iba a conseguir lo que quería. Le di muchas vueltas porque vine de El Salvador, un colegio, y el resto de jugadores eran de clubs, por lo que yo me veía como en otra Liga. Estuve un poco más comedido aquel año, no me atrevía a hacer ciertas cosas y ese consejo me llegó. El tiempo pasa y el que está a tu lado te come y si no arriesgas no ganas. Igual esa tranquilidad que me decía antes sobre un campo de fútbol tiene que ver con ello.

—¿Se ve mejor como central o como lateral?

—Siempre he jugado como central, pero ha habido temporadas en las que algún entrenador contaba conmigo por si fallaba algún lateral, pero también he jugado de mediocentro. Es importante no cerrarse puertas porque el objetivo es jugar y cuantas más opciones le des al entrenador más posibilidades tendrás de ello. Me veo más cómodo de central porque he jugado más ahí, pero no reniego del lateral.

—¿Le preocupa no ser el mismo tras la lesión?

—Sé que al principio hay un periodo de adaptación y no voy a volver igual que antes de la lesión. Para estar al 100% se estima que son unos 8-10 meses y unos 11 para estar igual que antes de romperte, pero me veo bien y no me da miedo. Si estás más pendiente de la rodilla que de otra cosa no estás a lo que estás. Ahí está el ejemplo de Pombo, que pasó una lesión muy grave y es como si no le hubiera pasado nada y físicamente está como una moto. Asenjo se ha roto cuatro veces y está jugando. Hay más ejemplos de jugadores que la han superado y han sido los mismos.

—Ahora que ya se ha logrado la salvación virtual, ¿cómo valora la temporada?

—Veníamos de la temporada pasada, que fue ilusionante, y se esperaba desde fuera algo parecido y no ha sido así. Se han dado muchas circunstancias, como el tema de las lesiones, y muchas situaciones juntas. No ha sido un año fácil, pero sirve para coger fuerzas y mirar hacia delante. Dentro ha sido muy difícil y para los aficionados también. Somos los primeros a los que nos duele, pero vamos a dar todo, sobre todo por ellos.