Nada, no hay manera. Ni jugando uno de los mejores partidos de la temporada, seguramente el más completo de toda su historia en la pista del Real Madrid, ni tuteando desde el minuto uno al cuarenta a uno de los equipos más poderosos de Europa, ni con un acierto casi prodigioso por momentos. Ni haciéndolo casi todo bien pudo evitar el Tecnyconta Zaragoza la derrota habitual cada vez que visita al Real Madrid. En esta ocasión fue algo más cruel, resuelta con una penetración de Llull y un palmeo de Randolph justo cuando el tablero ya se iluminaba para dejar paso a la prórroga (98-96). La Copa es ahora una quimera pero el partido ha de servir al equipo aragonés para autoconvencerse de sus posibilidades.

Por momentos pareció el típico partido ante el Real Madrid. Un duelo en el que a los blancos, después de dos partidos de Euroliga entre semana, les cuesta arrancar, van al tran tran y aguantando porque son mejores, dejando la sensación de que, en cuanto pisaran el acelerador, iban a poder dejar atrás a su rival. Eso pareció durante la primera parte, en la que ninguno defendió con contundencia y los porcentajes de acierto fueron altísimos. Aún así, el Tecnyconta no solo mantuvo el tipo sino que aguantó perfectamente en ese festival anotador. 31-31 fue el resultado de un primer cuarto en el que los aragoneses, incluso, llegaron a tener ocho puntos de renta (13-21, min. 7).

Una igualdad que se mantuvo hasta el descanso (53-52) porque aunque ambos quisieron subir su nivel físico, no lograron frenar a su rival. De hecho, ninguno de los dos equipos entró en bonus en ninguno de los dos primeros cuartos, clara señal de la falta de intensidad que mostraron ambos atrás. Pero aún así, el Tecnyconta mantuvo el pulso, tuteó al rival a ritmo de Alocén, con el acierto de Barreiro, de Radovic. Aguantando el nivel de rebotes, de acierto de dos y hasta de tres. El partido estaba vivo a la espera del clásico arreón local para completar otro día en la oficina.

Pero no solo no sucedió lo de siempre sino que ocurrió lo de nunca. El Tecnyconta aguantó todas las embestidas locales, no se vino abajo ante las pequeñas ventajas blancas y estuvo de pie hasta el final. El Real Madrid no consiguió despegarse en ningún momento porque no terminó de estar cómodo, no encontró su sitio. Se topó con un rival que salió a correr, dispuesto a un marcador amplio, a jugar al baloncesto. El único que sobresalió por encima del resto fue Gustavo Ayón que, con dobles figuras al final, fue el único quebradero de cabeza del equipo aragonés. Más después de que Javier Justiz se quedara fuera de juego por un golpe fuerte en el muslo en el segundo cuarto.

JUEGO CORAL

Pablo Laso dejó sin utilizar en el banquillo a Tavares y a Pantzar, pero el resto de rotaciones fueron las habituales, nada de dar descanso. El resultado estaba en juego. Ayón y Llull tuvieron que jugar casi media hora y Rudy, 23 minutos. El Tecnyconta exigió lo mejor del Real Madrid con una actuación coral, de nuevo, reponiéndose a las dificultades que le ponía el rival y a las propias que iba encontrándose por el camino. Seibutis y Okoye llevaron la voz cantante en la anotación con 19 y 18 puntos cada uno, Nacho Martín hizo un buen trabajo por dentro, Vázquez cumplió con su papel y Barreiro y Radovic demostraron estar recuperados de sus respectivas lesiones. McCalebb dejó una actuación irregular aunque repartió 7 asistencias.

Más allá de Ayón el duelo se mantuvo en los mismos parámetros de máxima igualdad hasta el final. De hecho, el mayor desequlibrio estuvo en los tiros libres, el Madrid fue 24 veces a la línea de 4,80 por 7 el Tecnyconta. El estirón del Madrid seguía sin llegar y el Tecnyconta logró un parcial de 2-10 que le dio cuatro de ventaja en la recta final (85-89, min. 6). Un final tan frenético como el resto del encuentro, en el que el Tecnyconta fue capaz de mantenerse pese a los errores. Seibutis empató con un triple a falta de 33 segundos (94-94), Okoye respondió como una centella a la canasta de Llull (96-96 a 8 segundos) y en la última jugada Randolph saltó más que nadie para palmear la penetración de Llull y dejar al Tecnyconta con la miel en los labios. Como siempre, pero como nunca.