El futuro ya está aquí. Con un juego espectacular, con total autoridad, con absoluta justicia, los Orojúnior dirigidos por Txus Vidorreta se proclamaron campeones de Europa a lo grande, ante un público entregado, en una noche inolvidable. Son los mejores del continente. España superó la primera fase con un notable alto, apuntando buenas maneras, dejando ver su calidad, pero en la segunda, cuando llegó la hora de la verdad, cuando estaban en juego las medallas, la selección se dejó de medias tintas y ofreció todo su baloncesto, que es mucho, para coronarse campeona de Europa con matrícula de honor. En tres ocasiones se había enfrentado antes a Turquía este mismo año y no había podido ganarle. Ni en Mannheim, en el considerado Mundial oficioso , ni en Madrid, ni en el último encuentro de la primera fase de este mismo torneo. No era importante, nadie lo recordará. Lo que cuenta es el título de ayer, el único partido que había que ganar.

UN CHOQUE RAPIDO Sólo en los dos primeros minutos llevó la iniciativa Turquía, logrando un parcial de 0-9 que en seguida fue neutralizado por Antelo, con 7 puntos. A partir de ahí, velocidad, baloncesto del bueno, efectividad y España marchándose en el marcador a pasos agigantados. Por más que Nihat Izic, el técnico turco, gritara, pataleara, gesticulara, pusiera caras raras o se secara con una toalla, no había forma de que sus jugadores pudieran parar a la artillería pesada de España. Rodríguez, Suárez y Antelo fueron un ciclón que arrasó con todo a su paso.

Al descanso, la diferencia no era todavía demasiado grande (43-36), ni era insalvable aun en el inicio del último cuarto (66-56), pero cuando faltaban ocho minutos para acabar, los jugadores españoles ya celebraban la victoria. Estaba claro, no había otra posibilidad. A tres minutos del final, el pabellón estalló. Al grito de "¡Campeones!", haciendo la ola, aplaudiendo, los aficionados agradecieron el espectáculo a los jugadores. Los 18 puntos de diferencia finales no fueron una casualidad, como no lo fue el triunfo de España. Los Orojúnior de Zaragoza han crecido y piden paso entre los grandes. El éxito, la gloria y el futuro son suyos.