Juanmi Mercado y Txente García Acosta corrían en pos de la victoria. Era imposible que les capturaran los cuatro compañeros de fuga, entre ellos Juan Antonio Flecha, con los que habían iniciado la aventura, casi de salida. "¡Tira, que nos cogen!", chillaba Txente. Mercado, más joven pero más pillo, sabía que la potencia de García Acosta en el llano le iba a impulsar hacia el triunfo. Más pequeñito, se protegía a la espalda del navarro de Tafalla, uno de los pocos gregarios de Miguel Induráin que aún quedan en acción. A 400 metros arrancó y le batió. Hasta pudo levantar los brazos.

Mercado era más bien un escalador de los finos, un ciclista que ha vencido, por ejemplo, en los Lagos de Covadonga en una etapa de la Vuelta. Era también compañero de Txente en el Banesto, hasta que prefirió enrolarse en el Quick Step de Bélgica, en lugar de estar con José Miguel Echávarri en su nuevo proyecto del Illes Balears. Estaba llamado a ser uno de los destacados en la montaña. Y, como tantos otros, se hundió en los Pirineos.

Al menos, ayer, con su victoria, el granadino alivió la crisis española en un Tour que había levantado mucha expectación, sobre todo con Iban Mayo, pero también con Roberto Heras y Haimar Zubeldia. Los tres ya están en casa. El triunfo de Mercado se convirtió en el segundo logrado por un corredor español en esta ronda francesa. El domingo pasado ganó Aitor González en Nimes, en la que fue la victoria número 100 de un ciclista español.

DOS MINUTOS DE VENTAJA Pero Mercado pudo quedarse sin el premio por la historia más alucinante de este Tour. Lance Armstrong, el boss absoluto, se escapó ayer en el kilómetro 18, donde sólo atacan aquellos que no se juegan nada y casi venderían su alma por un triunfo de etapa. Se fue a rueda del italiano Filippo Simeoni, uno del montón, del Domina Vacanze, pero, al menos para el tejano, un proscrito. Chechu Rubiera explicó la maniobra de su jefe: "No iba a permitirle que se fugara y tuviera opción de ganar".

"Me escapé para proteger el interés del pelotón", explicó Armstrong en meta. Txente ni se lo creía cuando vio llegar al tejano: "Nos quedamos perplejos cuando le vimos". Todos le miraron y el líder avisó: "Mientras éste siga aquí, yo no me muevo". Tenían dos minutos de ventaja al pelotón, del que tiraba el T-Mobile de Jan Ullrich. Y así durante 14 kilómetros. Hasta que, entre todos, convencieron a Simeoni para que se reintegrase al pelotón.

Simeoni acusó de dopaje a Armstrong hace un par de años, cuando se abrió en Italia el proceso contra el profesor Michele Ferrari. Armstrong jamás ha negado que Ferrari es su amigo y preparador. "Es un mentiroso", dijo el tejano. Por eso, ayer quiso arreglar viejos asuntos. Daniele Nardello apoyó al líder. "Eres la vergüenza del ciclismo", le dijo a su compatriota Simeoni. Nardello fue el ciclista que Ullrich sacrificó en la caza de Armstrong. Simeoni se fue al fondo del pelotón y se puso a llorar. Armstrong manda. Y mucho.