Champaña, risas, elogios, abrazos entre el hospitality y el box, de un lado para otro del paddock con una sonrisa permanente. Como para no tenerla. Mercedes ganó en el GP de Malasia todo lo que se puede ganar en una carrera: pole, vuelta rápida y victoria para Lewis Hamilton. Y para que no queden dudas del potencial del equipo, Nico Rosberg completó el doblete. Son primero y segundo del Mundial. No se puede pedir más. Es el inicio soñado por cualquier escudería, la demostración de su poderío. No han dejado ni las migajas. Y, lo que es más importante, dan la sensación de caminar un paso por delante del resto en evoluciones, prestaciones, consumo y en la organización misma del equipo. No hay nada que haga pensar que este Mundial se les pueda escapar.

"Es el resultado de un trabajo muy ambicioso, muy fuerte, de los dos últimos años", asegura Toto Wolf, la cabeza visible de este equipo reforzado, desde el pasado año, por Aldo Costa, exjefe de diseño de Ferrari; Paddy Lowe, exjefe de diseño de McLaren; y Jeff Willis, exjefe de diseño de Williams. El fichaje del campeón Hamilton, a finales del 2012, fue solo la guinda a este pastel nutrido con muchos euros.

UN GRAN TRABAJO

"No sé de dónde sacas que nos gastamos más que los demás...", dice con gesto irónico Niki Lauda, en su papel de asesor-directivo del equipo. "Yo creo que Ferrari, Red Bull y McLaren se gastan más, pero lo hacen peor", añade con su sorna habitual. Se han gastado mucho y bien. Comenzaron a trabajar antes que nadie, ya durante la temporada pasada, y con más recursos que nadie sobre el nuevo motor V6 Turbo, sobre la unidad de potencia ERS, sobre el software para hacer funcionar esa entelequia electrónica en la que se han convertido los nuevo monoplazas de F-1.

Son junto a Ferrari, el único equipo que ha fabricado todo el conjunto, y es evidente quién lo ha hecho mejor. Mientras Fernando Alonso tuvo que emplearse a lo campeón para superar al Force India de Niko Hülkenberg y ganar la cuarta plaza, los Mercedes se paseaban por el circuito de Malasia.

LOS NUEVOS RED BULL

El primer doblete de la era moderna de la estrella plateada --celebraron el último en el GP de Gran Bretaña de 1953-- llegó sin esfuerzo aparente. "Fue más fácil de lo que pensábamos", reconoció Hamilton. Arrancó desde la pole, puso 10 segundos de ventaja sobre Rosberg y, de no ser por el asfixiante calor malayo, habría disfrutado con la tranquilidad de quien pasea con un descapotable por la Costa Azul.

Tanto que llegó a la meta con el consumo más bajo, casi 10 kilos menos que el Red Bull de Sebastian Vettel y el Ferrari de Alonso. Rosberg no le inquietó, para qué. El hijo de Keke es inteligente, sabía que había perdido la opción de batir a su compañero al arrancar tercero. Se la jugó al pasar a Vettel. Y cuando se vio segundo, puso la calculadora a funcionar, sabiéndose cómodo líder del Mundial.

Tras los Mercedes, el resto del mundo, de donde emergen los Red Bull, que están lejos de los líderes pero mejorando progresivamente. Tras una pretemporada muy complicada, a Sebastian Vettel no le supo mal el podio después de verse superado en la salida por su joven y nuevo compañero Daniel Ricciardo, que le cedió su posición sin apenas lucha poco después.

Luego el campeón caminó con placidez en la tercera posición, pero muy lejos de lo que acostumbraba. Ahora el Red Bull es el Mercedes. Ricciardo sabe bien cuál es su papel en la estructura que le ha formado desde adolescente, pero que le ha arruinado las dos primeras carreras en la élite: en Australia, por una sanción técnica; ayer, con un pit stop desastroso.