El Villarreal alcanzó el subcampeonato en su primera participación. Los castellonenses fueron unos dignos finalistas, ante un Real Madrid que controló el juego, en un encuentro en el que el miedo a encajar un gol desvirtuó la primera mitad.

Como cada año, numeroso público esperó impaciente a que el colegiado diera el pitido inicial de la gran final, todos deseosos de ver un encuentro al menos tan entretenido y emocionante como lo habían sido los dos anteriores. Pero durante el primer periodo no se pudo atisbar la calidad y buen juego que se esperaba de ambos equipos. El Madrid tuvo más posesión del balón, pero sin llegar a puerta, tan sólo un tiro inocente desde fuera del área en una jugada ensayada y dos jugadas por la banda izquierda de Adrián. Por su parte, el Villarreal se defendía con orden y poco más. Sus jugadores parecían agarrotados, y sólo hicieron trabajar al portero blanco en un disparo lejano de Rosendo.

Todo siguió igual en la reanudación, hasta que Román aprovechó el único despiste en defensa de los amarillos para marcar a placer. El Villarreal desplegó entonces su mejor fútbol, y estuvo a punto de lograr el empate en dos ocasiones, en la primera Breo remató mal un balón cuando el portero estaba en el suelo, y en la segunda López se revolvió bien dentro del área y fusiló Gonzalo, pero éste reaccionó con rapidez. El Villarreal se volcó en los minutos finales, y el Madrid aprovechó los huecos para sentenciar.