Leo Messi se suma hoy en Manchester a los entrenamientos de la selección argentina que el viernes se enfrentará a Italia. Cuatro días más tarde se verá con algunos de sus compañeros del Barcelona ante España. De momento, en Buenos Aires continúa el revuelo por sus declaraciones al programa televisivo La Cornisa.

Messi explicó que hay cosas «más importantes» que un resultado. «Al final es un juego y no siempre gana el mejor». Dijo saber cuándo juega bien, mal o regular. «A veces hice goles y tuve partidos malos, pero los goles tapan todo». La experiencia le permitió constatar que una vez que termina el partido «hay otras cosas», entre ellas su mujer y sus tres hijos.

El azulgrana reconoció que a veces no es fácil estar en sus zapatos. «Soy consciente de que cuando hablo puede repercutir mucho. Por eso trato de cuidar lo que digo, para no generar confusiones». Y eso vale especialmente a la hora de hablar del seleccionado o su propio país. Leo expresó su tristeza por las situaciones sociales que atraviesa Argentina, con un tercio de la población en la pobreza. «Me da lástima cómo está. Yo pienso volver a mi ciudad, pero me preocupa la inseguridad, que te maten por un reloj, una bicicleta o una moto».

En esa Argentina se espera mucho de él en el próximo Mundial. Messi contó que tras la final perdida en Brasil ante Alemania lloró desconsoladamente, y que volvió a hacerlo cuando a la selección se le escapó de las manos la Copa América dos veces en la tanda de penaltis ante Chile. Sabe muy bien que parte de los argentinos solo admiten la victoria, lo demás es fracaso. «Parece que llegar a tres finales no sirve de nada». Y sabe, además, que es «una parte del periodismo» la que le ha criticado, a veces de manera tan sorprendente como despiadada. A ellos piensa cerrarles definitivamente sus bocas altisonantes si se cumple el sueño tan postergado. «Quiero levantar la copa en Rusia».