A los 38 años, y tras 17 meses sin pelear, Mike Tyson quería que el combate del viernes por la noche (hora estadounidense) contra Danny Williams, el número 57 desde que hace 19 años iniciara su carrera profesional, fuera el principio de su nuevo ascenso a la cima de los pesos pesados. Pero en el cuarto asalto del combate, 21 golpes consecutivos de Williams, además de un derechazo, lanzaron a Tyson contra la lona. El regreso y la victoria eran una obligación para el excampeón, legalmente en bancarrota y agobiado por una deuda de casi 32 millones de euros. Una televisión por cable de Estados Unidos emitía el combate en pago por visión y más de 17.000 espectadores abarrotaron el Freedom Hall de Louisville (Kentucky), la localidad natal de Muhammad Ali. Aunque un pequeño grupo se manifestó para protestar contra la violación --uno de los delitos por los que Tyson ha pasado por prisión--, los seguidores del boxeo confiaban en revivir viejos tiempos.

ANTE UN RIVAL MENOR Lo hicieron, pero los golpes definitivos salieron de su contrincante, considerado hasta el viernes una figura menor, quien tras ser superado en los tres primeros asaltos --incluso estuvo a punto de caer por KO en el primero--, en 2 minutos y 51 segundos del cuarto noqueó a Tyson.

"He aprendido, de ver sus combates con Evander Holyfield, que si consigues darle golpes seguidos no logra recuperarse bien", explicó tras la victoria el campeón británico, que celebró el triunfo proponiendo matrimonio en el Freedom Hall a su novia desde hace 13 años y madre de sus dos hijos. Ella aceptó.