Muy pocos, casi ninguno, son los que se atreven a rodar cerca del 'fenómeno'. El 'fenómeno' tiene 20 años, se llama Renco Evenepoel, se prepara este sábado para el Giro de Lombardía y para desgracia del aficionado no está corriendo el Critérium del Dauphiné. Dicen que como le cuesta rodar en grupo prefiere escaparse, porque se siente más cómodo. Se va, y que lo pillen. Y fue, precisamente, Mikel Landa de los pocos que lo pilló, de los pocos que han respirado su mismo oxígeno, en una Vuelta a Burgos ganada por el 'fenómeno' y en la que el corredor alavés del Bahrein, antes del Movistar, acabó en segunda posición.

Si el Tour fuera algo así como la Liga de fútbol se podría decir que la general se reparte entre quienes luchan por ganar el campeonato y los que buscan posiciones de Champions. Y, a veces, circunstancialmente y en el deporte donde más prima la improvisación, un puesto de Champions puede suponer el título, en este caso la recompensa del jersey amarillo. Landa, tradicionalmente, de ahí su mayor problema, es un corredor al que le cuesta rematar y el que ha visto como por pocos segundos se le han escapado podios en el Tour y en el Giro. También tiene mala suerte con las caídas, que afortunadamente no lo apartan de las carreras, pero si le restan efectividad y lo condenan a tener que mirar la pelea por la general desde la barrera, tal como ocurrió el año pasado, en la ronda francesa, tras una caída desgraciada camino de la bellísima ciudad de Albi, o hace dos, en la etapa de los adoquines de Roubaix.

POSICIONES IMAGINARIAS

Inicialmente, Landa es de los que partirán con el objetivo de esas imaginarias posiciones de Champions, pero sin renunciar a nada. Por primera vez, algo que no consiguió en el Movistar y ni mucho menos en el Sky, tendrá un equipo para él y podrá estar al margen de las polémicas de antaño, de si el jefe es Nairo Quintana o él, o incluso Alejandro Valverde. No falló en Burgos. Y hasta ofreció buenas impresiones en la Vuelta a Andalucía, en febrero, antes de que el coronavirus tumbase las ilusiones de la humanidad.

Ahora es quinto del Dauphiné. Ha corrido y ha ascendido en los tiempos del líder Primoz Roglic, que si bien sigue mostrando una dosis superior de potencia que sus contrincantes, su táctica es atacar en la zona de vallas, casi como si fuese un esprint, apoyado por un equipo magnífico y protegido por gregarios millonarios en contrato y con fuerza en los músculos. Y un Tour cuesta ganarlo en la zona de las vallas de la meta. Algún día hay que atacar desde lejos, como hizo Egan Bernal el año pasado o Chris Froome en su época de dominio sin tener que sacar el polvo a las páginas de la historia.

DOS ETAPAS PARA EL FINAL

Landa, a pesar de que le cueste ganar etapas, lo que no quiere decir que no las gane, sabe leerlas y no se arruga, aunque le pillen, a atacar en la distancia, tal como hizo este viernes el ciclista italiano Davide Formolo para adjudicarse la victoria en solitario en la tercera etapa del Dauphiné, con Roglic de líder y a la espera de las dos últimas jornadas, dos llegadas en alto a la estación de Megève, que marcarán el fin de la carrera y la cuenta atrás para el Tour.