La permanencia del Huesca en Primera División no es una misión imposible. El ejemplo está cerca. A alrededor de 70 kilómetros al sur. Concretamente, en Zaragoza. Fue hace siete años, en la temporada 2011-2012. El Real Zaragoza se encontraba, a estas alturas del campeonato, en una situación prácticamente idéntica a la del Huesca. También era último clasificado con apenas 15 puntos después de haber sumado tres victorias, seis empates y 13 derrotas, idénticos guarismos que el cuadro azulgrana. También era muy similar la cantidad de goles encajados -38 el Zaragoza por 39 el Huesca-, mientras que los 21 tantos conseguidos por la escuadra de Francisco suponen cuatro más que los 17 que había marcado el Zaragoza tras la vigesimosegunda jornada.

Aquel Real Zaragoza deambulaba por el fondo de la clasificación, con pie y medio en Segunda División ya con Manolo Jiménez en el banquillo en sustitución del destituido Javier Aguirre. Pero tampoco el entrenador andaluz daba señales de poder enderezar la nave. Los fichajes en el mercado invernal de Apoño, Aranda, Dujmovic y Pablo Álvarez y el alta a Obradovic tras una grave lesión se convertían en clavos ardiendo a los que se aferraba un zaragocismo al que apenas le quedaba fe.

La «vergüenza»

Como el Huesca, el Zaragoza también tenía la salvación a una distancia que rondaba la decena de puntos a estas alturas. Sin embargo, el equipo altoaragonés ha reaccionado antes que los de Jiménez, que no lo hicieron hasta la jornada 26. Fue justo después de la bochornosa goleada sufrida en Málaga (5-1) que llevó a Jiménez a asegurar, en rueda de prensa, que sentía «vergüenza». A partir de entonces, con el Zaragoza colista, con solo 18 puntos y a 12 de la salvación, se obró el milagro. La victoria, la siguiente jornada, ante el Villarreal -que entonces marcaba la permanencia- fue el punto de inflexión para un equipo que, sin embargo, volvería a ser goleado (3-0) en Anoeta por la Real Sociedad. Pero siete victorias en los últimos once partidos -cuatro en los últimos cinco- dejaron al Zaragoza en Primera con 43 puntos en su casillero. El Villarreal, también ahora rival directo del Huesca, acabó acompañando a Sporting y Racing a la categoría de plata del fútbol español.

El Huesca, por tanto, está a tiempo. Su reacción ha llegado antes y los fichajes en el mercado invernal parecen destinados a marcar diferencias. De hecho, tres de ellos -Enric Gallego, Galán y Herrera- son titulares indiscutibles. Con 16 partidos por jugar y 48 puntos, el Huesca ha sumado siete puntos de los últimos quince en disputa, lo que le sitúa en la zona media de la tabla clasificatoria durante ese tramo. Le ha sacado cinco puntos al Girona, cuatro al Celta y tres a Villarreal, Espanyol, Valladolid o Leganés.

Las victorias ante el Betis y el Valladolid en El Alcoraz y el empate sumado en Anoeta han supuesto una ingente dosis de confianza a un equipo azulgrana cuya dinámica ha cambiado y que, además, acumula dos encuentros consecutivos sin encajar gol, algo que no había sucedido en toda la temporada.

Por el contrario, otros equipos, como Girona o Villarreal atraviesan ahora una racha opuesta a la del Huesca. Ambos acumulan cinco jornadas sin conocer la victoria, una cantidad que evitó el Celta la pasada jornada merced a su victoria en Balaídos frente al Sevilla. El Espanyol, con cuatro encuentros consecutivos sin conocer el triunfo, también se acerca peligrosamente a los últimos puestos de la clasificación.

Así que el Huesca no rebla. El Alcoraz ya entona el sí, se puede. Porque sabe que lo es. Los milagros existen.