Calcena está en la cara oculta del Moncayo. En la vertiente sur del techo de Zaragoza los inviernos son crudos en esta localidad que tiene 20 vecinos. Enclavada a 839 metros de altitud, son conocidas sus ocho cuevas con asentamientos prehistóricos y sus 200 vías de escalada diseñadas en la paredes calizas. Está a tan sólo 100 kilómetros de Zaragoza, pero cuesta llegar hora y media puesto que como dice Mariano Miguel, su alcalde, "los últimos 39 kilómetros son igual que una cuerda en el bolsillo de un niño", explica con ironía.

Calcena recobró mayor fama hace 13 años cuando nació la Calcenada o Vuelta al Moncayo. "Desde la Asociación Cultural Amigos de la Villa de Calcena buscábamos dar notoriedad al pueblo y por eso decidimos organizar la Vuelta al Moncayo. La primera edición partió de Zaragoza, terminó en Calcena y pasó por el santuario de Rodanas", dice Miguel, que fue uno de los impulsores de la andada desde la asociación.

En pocas horas Calcena explota y pasa de una veintena de habitantes a los mil que salieron este año el pasado 1 de agosto en Calcena. El pueblo también organiza una Calcenada en primavera y otra en otoño. Esta es la más multitudinaria con cerca de 1.500 participantes. La Calcenada es una andada que se divide en varias modalidades. La más dura es la de 104 kilómetros y que se puede hacer andando, corriendo, a caballo y en bicicleta de montaña. Parte de Calcena y transita por Purujosa, Borobia, Beratón, Cueva de Ágreda, Fuentes de Ágreda, Aldehuela de Ágreda, Vozmediano, Tarazona, San Martin, Lituénigo, Trasmoz, Litago, Añón, Alcalá de Moncayo, Talamantes, Trasobares y finaliza en Calcena. También hay otras dos distancias de 31 y 16 kilómetros.

La prueba de 104 kilómetros es una dura prueba de esfuerzo para los participantes. "Lo peor es la acumulación de kilómetros. En el 2004 se llegaron a medir 47 grados en Lituénigo. Hubo unas lipotimias de caballo y, sin embargo, en el amanecer, cuando pasan por la provincia de Soria, hay descensos de temperatura salvajes", explica Miguel. Un total de 37 participantes hicieron este año la prueba corriendo. "Lo llegan a hacer en diez horas y cada vez son gente más preparada. Salvan un desnivel de 2.800 metros y eso es una pasada. Todos los que corren pasan de los 30 años", indica Miguel.

Voluntarios

El mayor capital de la Calcenada son sus voluntarios. "Sin los 150 voluntarios no seríamos nada. Hay algunos que están para cinco minutos y otros están dos días en el monte. Necesitamos gente que conozca los términos municipales por los que pasamos. Los voluntarios van por atajos y recogen a los retirados". Muchos tramos de la andada se hacen de noche. "Se colocan cintas en los caminos, se señalan con flechas y hay luces intermitentes. Hay puntos de observación donde se controla a los participantes, que deben ir con frontales, y se les va a buscarlos si se pierden", indica Mariano Miguel.

Para el alcalde de Calcena, lo más complicado de coordinar son las comunicaciones. "Son vitales. También es importante la asistencia médica. Si pasa algo, la comunicación es vital y hay que saber donde está cada participantes en lugares donde no hay cobertura", finaliza.