La mastodóntica operación que impulsa a Neymar al París Saint Germain genera muchas especulaciones. Una de las dudas radica en la posible ilegalidad de un traspaso que rompería las reglas del fair play financiero impulsadas por la UEFA en el 2011. El PSG ya fue sancionado en el pasado por saltarse esas normas, cuyo incumplimiento puede llevar a la expulsión de las competiciones europeas.

El concepto del juego limpio financiero ha vuelto a la primera plana con el caso Neymar. Su origen se encuentra en la vorágine de gastos que se produjo hace años, lo que llevó a la UEFA a establecer un control de las finanzas a partir del 2011. El programa se resume en algo tan lógico como evitar que los clubs gasten más de lo que ingresan, fomentando el gasto responsable para proteger la viabilidad a largo plazo y evitar que las deudas lleven a la desaparición.

El primer punto indica que los clubs clasificados para Europa deben demostrar que no tienen deudas pendientes con otros equipos, jugadores y autoridades tributarias. El diferencial entre gastos e ingresos no puede superar los 30 millones entre el 2015 y el 2018 y, si el propietario invierte dinero a través de un acuerdo de patrocinio con una empresa, la UEFA investigará y adaptará las cantidades. El PSG, por ejemplo, firmó en el 2014 un acuerdo con Qatar por valor de 200 millones que fue reducido a 100 por el comité de la UEFA. La sanción fue después minimizada.

En el caso de Neymar, la suma de la operación y el salario del jugador (entre 50 y 60 millones de euros brutos) rompería los límites. «Conociendo el balance del PSG, el total del activo, la cifra que tiene de patriomino neto y su total de ingresos se saldría de los que es el terreno de juego del fair play financiero», reflexiona el economista José María Gay de Liébana. No lo tiene tan claro Andrea Traverso, responsable de este control en la UEFA. «Todos estamos asombrados por la cifra de Neymar, pero estos clubs aumentan sus ingresos y se supone que se preparan igual para la cuenta de gastos», asegura el dirigente en una entrevista en La Gazzetta dello Sport.

«El City y el PSG han respetado el acuerdo porque han recaudado enormes cantidades. La reglas son iguales para todos. Si un club compra es porque ha debido hacer las cuentas. Y si no es así será multado», agrega Traverso, que resume con contundencia el panorama del fútbol actual: «Más ingresos, más éxitos, más expectativas y más impuestos. Por tanto, inflación de precios. No podemos impedir que compre».

El sistema se activó con dureza en sus inicios y redujo en un 80% los incumplimientos de pago y las pérdidas (de 1.700 millones a 340), con multas hasta 60 millones de euros al PSG y el City en el 2014. Un año después, Inter de Milán, Roma y Mónaco acumularon una multa conjunta de 33 millones. Los clubs han evitado medidas severes logrando nuevos espónsors, renegociando contratos con patrocinadores y vendiendo jugadores. Los castigos pueden ir desde la simple advertencia hasta la quita de títulos y expulsión de los torneos europeos, pero la situación se ha relajado en los últimos ejercicios.