Normalmente las gotas que colman el vaso suelen ser negativas, pero ayer no fue ese el matiz. Ángel puso esa última gota que le faltaba, no solo de sudor y de trabajo, que eso viene innato y de serie todos los días, sino la del reconocimiento. Como es costumbre, parece que al canario no se le acaben las pilas nunca y, cuando peor lo estaba pasando el Real Zaragoza, recibió un balonazo, lo bajó, corrió, llegó hasta la línea de fondo y sacó un córner balsámico. Esa fue la gota. La afición presente en La Romareda le dedicó una sonora ovación y coreó su nombre en un gesto de reconocimiento al baluarte ofensivo de la plantilla. La entrega no solo tuvo el premio del gol, sino también el aplauso sincero de la grada.

No acostumbra la parroquia del municipal a este tipo de elogios, igual que los entrenadores con sus pupilos a nivel particular. Láinez ya expuso semanas atrás que «Ángel es el mejor delantero de la categoría», y ayer fue más allá y comentó que es «una mina de oro». Como dato revelador, el Real Zaragoza ha sumado 43 puntos y 27 de ellos han llegado en partidos en los que el canario marcó, más de la mitad. Casi nada.

Confianza

Ya lleva 18 dianas, dos más que en su mejor temporada, por lo que todo lo que llegue será un premio para él y un regalo para el conjunto aragonés. Hasta de cabeza marcó ayer y desde dentro del área pequeña, prácticamente lo único que le faltaba esta campaña. Sirvió para lograr tres puntos más, volver a ganar en casa, donde se llevaba una victoria de los últimos siete encuentros y su tanto permite adquirir un colchón de siete puntos con el descenso que desahoga mucho al zaragocismo. Incluso, para los más optimistas, este tanto acerca al Real Zaragoza a la lejana y casi utópica sexta plaza.

Posiblemente, este Ángel no se diferencie mucho con el de la temporada pasada. De hecho, en la campaña anterior, el equipo iba mejor clasificado e incluso soñó con el ascenso directo, algo que ayuda a los delanteros. Con menos argumentos a favor y más contra, Ángel está brillando en su soledad, la del único punta sin un compañero de viaje en paralelo y en una campaña llena de balones en largo (reducidos con la llegada de Láinez, eso sí).

La mayor diferencia es que la confianza se traduce en goles. Al tinerfeño le costaba horrores marcar, hecho por el que fue criticado más de una vez. Este año no, puede tener una o dos, pero salvo en contados días, acaba la pelota besando la red. Ayer tuvo un mano a mano en el que decidió regatear a Santamaría en lugar de picar el balón como ante Casto. Una y no más, porque la segunda, fue al hoyo.

Se acerca el final de la temporada y el Real Zaragoza necesita alegrÍas para olvidar una temporada que muchos días ha estado más cerca del infierno que del cielo. Por suerte, los goles de Ángel, es una de ellas.