En el mes de junio, justo a una semana del inicio del Tour, Alejandro Valverde ordenó a su compañero Ion Izagirre que atacara en El Mirador. Faltaban solo cuatro kilómetros para la meta de Ponferrada y se disputaba el Campeonato de España. Valverde siguió a su compañero en el descenso hasta el final. Solos se presentaron en la llegada y el ciclista murciano permitió la victoria de su gregario, que lo fue durante el Tour y que lo será hoy en los 254 kilómetros del Mundial de Ponferrada.

El jueves, en la única ocasión en que la selección española pudo entrenarse en el circuito mundialista, Valverde confirmó su estrategia, la que desea aplicar hoy si la propia improvisación de este deporte, los rivales, las fuerzas y la táctica del conjunto español, que cuenta con Purito Rodríguez también como gran baza, se lo permiten. "Solo hay que atacar una vez, y sé dónde. Lo demás será malgastar balas. No hay que moverse hasta la última vuelta", según Valverde.

Todos los ojos estarán pendientes de él, casi 30 rivales que saben que ya tiene cinco medallas en campeonatos del mundo precedentes. Sin embargo, le falta el oro, por el que han venido hasta Ponferrada las selecciones más potentes. Ponferrada, capital del Bierzo, quizás una de las ciudades más pequeñas que han sido recompensadas con un Mundial y que, hasta ayer, no ha seducido al público por la dificultad de llegar hasta la sede del torneo. Por si fuera poco, los hoteleros de Ponferrada no han ayudado, tal como reconoció el viernes a este diario Samuel Folgueral, alcalde de la ciudad. "Espero que la imagen que se quede de Ponferrada no sea el precio alto de los hoteles", explicó el edil.

El caso de España es de los más curiosos de las selecciones. Tenían preferencia en uno de los mejores hoteles de Ponferrada pero cuando les dijeron el precio no tuvieron otra posibilidad que ir a O Barco de Valdeorras, a 49 kilómetros, en Galicia. Italia lo ha hecho en León, a 117 kilómetros, aún más lejos.