Es la misión imposible del Casademont, ganar al Real Madrid en Madrid. Volvió a serlo anoche porque el equipo de Pablo Laso impuso su ley, su ritmo, su acierto desde el triple, su dominio del rebote, y dejó sin opciones a un Casademont demasiado intermitente en su juego, con minutos muy buenos y otros muy malos, que llegó al final sin opciones (102-83). Para colmo, el conjunto aragonés sufrió la peor noticia posible, una lesión. Vit Krejci apoyó mal su rodilla izquierda en una caída y tuvo que abandonar la pista en camilla. Habrá que esperar a las pruebas y al diagnóstico, pero sería un serio contratiempo para Diego Ocampo si pierde a su teórico segundo base.

El partido fue casi la historia de siempre, ese duelo imposible en el que el Real Madrid empieza a desplegar sus armas y es inasequible responder a todas. La vieja teoría de la manta corta, o tapas los pies o tapas la cabeza. El Casademont consiguió que no apareciera de inicio Tavares, pero emergió Garuba. Cerró el juego interior y le llovieron los triples. Además siempre anduvo por detrás en el rebote, lo que dio una y otra oportunidad al Real Madrid.

El equipo de Ocampo, eso sí, volvió a mostrar capacidad de reacción, que no es poca cosa ante el Madrid. Después de un primer cuarto para olvidar (26-13) y de ir hasta 18 puntos abajo, el Casademont dio otro aire a su defensa y encontró en Sulaimon su referente ofensivo en el segundo cuarto,en el que llegó a ponerse a un punto. Protagonizó un gran segundo cuarto en el que, creciendo desde atrás, pudo desplegar el juego que quiere y le gusta, veloz, con más y mejores movimientos de balón en ataque, con más acierto. Unos minutos para soñar porque el equipo llegó al descanso solo seis por debajo (47-41).

Pero un par de triples de Causeur nada más regresar del entretiempo volvieron a estirar la ventaja y devolvieron al Casademont a su versión inicial. Sin encontrar la chispa adecuada atrás y precipitado en ataque. Ya hacía rato que había perdido a Krejci, así que sus problemas para generar juego fueron similares a los ya vistos en la primera jornada. El Casademont quiere correr y eso es bueno, pero precipitarse nunca lo es y el equipo de Ocampo debe encontrar todavía ese equilibrio.

A base de triples (fueron un total de 19), el Real Madrid fue sometiendo poco a poco a un Casademont que ya no volvió a encontrar continuidad en su juego. Tuvo chispazos, buenos momentos, cuando apretó atrás y fue capaz de recuperar balones. Provocó 22 pérdidas en el Real Madrid, que son una barbaridad, y dejó las suyas en 13, pero después no le acompañó el acierto. El duelo se convirtió hasta el final en un tira y afloja en el el que el Casademont fue haciendo la goma en el marcador. Intentó volver, redujo la diferencia a menos de diez puntos, pero fue imposible.

El Real Madrid no dejó de acertar, bien Causeur, que se fue hasta los 25 puntos, bien Rudy, bien Campazzo, Deck y hasta Alocén. La lluvia de triples se hizo imposible de contrarrestar por un Casademont al que le faltó lucidez y fluidez en ataque. Demasiados errores, demasiada precipitación. La distancia fue aumentando poco a poco y brincó por encima de los 20 puntos. Aunque los aragoneses no se rindieron, los parciales que lograron (como un 0-9 en el tercer cuarto) resultaron insuficientes para soñar una remontada que, por otra parte, está al alcance de muy pocos.

El Casademont necesita todavía unir sus piezas y que algunas aporten algo más, como es el caso de Jason Thompson. Otras como Konate y Javi García tuvieron un papel testimonial en el último cuarto. Jaime Fernández volvió a ser el descarte. No tiene mucho tiempo de recuperación ahora el equipo de Diego Ocampo, porque mañana mismo recibe al Gran Canaria de Porfirio Fisac. Debe olvidar cuanto antes esta segunda jornada y centrarse en lograr su primer triunfo y seguir dando pasos hacia adelante.