Peña Guara vivió una época de gloria desde principios de los ochenta marcando un hito cuando alcanzó la cima del primer ochomil para Aragón. Fue en 1983 con la cumbre del Gasherbrum I. Después llegaron las gestas en el Everest, el Nanga Parbat y en el K-2 se cerró un ciclo tras la muerte en el descenso de Javier Escartín, Javier Olivar y Lorenzo Ortiz en 1995.

Los tiempos han cambiado en la entidad oscense. Ahora se han diversificado las actividades y junto al montañismo, el senderismo o la escalada se practican la orientación, las carreras por montaña, los raids o la bicicleta de montaña. A primeros de noviembre tres socios de Peña Guara, Pedro Albero, Jorge Aguilera y David Latre, se desplazaron al Nepal para realizar la vuelta en BTT al Manaslu. Es la octava montaña el mundo con sus 8.156 metros de altitud y en nepalí se le llama la Montaña de los Espíritus. Solo dos aragoneses han hollado su cima, Pepe Garcés y Carlos Pauner.

Está aventura será presentada en las jornadas montañeras de San Úrbez que organiza Peña Guara en el Teatro Olimpia de Huesca a las 20.15 horas el próximo jueves 20 de diciembre. Los tres altoaragoneses son unos grandes practicantes del montañismo y el ciclismo. En invierno realizan esquí de travesía. «Con 8 años ya hice mi primer cursillo de esquí y ahora voy a hacer 50 la próxima semana», dice Pedro Albero.

El terceto ya tiene experiencia en el Himalaya. «En el 2014 hicimos el trekking de los Annapurnas y entramos en el Reino del Mustang». También han estado con la BTT en el Cañón del Colorado, Arizona, Utah, Georgia, Carolina del Norte, Israel, los Alpes italianos... «Queríamos volver al Nepal. Pedalear con montañas de 8.000 metros alrededor nos gusta. Aunque en Estados Unidos hay unas zonas muy buenas para ir en BTT. Es un terreno de aventura», dice.

El recorrido del entorno del Manaslu tiene su peculiaridad. «De los 240 kilómetros de la vuelta al Manaslu, un centenar porteábamos la bicicleta. Había días que ni nos sentábamos en la bici porque era todo rocas, cuestas muy empinadas, escaleras... Nos cansábamos más de brazos que de piernas. Era todo muy agreste y salvaje», indica Albero, que trabaja en el Patronato Municipal de Deportes. El trekking del Annapurna es diferente. «Es una zona muy protegida con osos, tigres de las nieves y es más ciclable que el Manaslu. Solo empujamos la bici cuando subimos un collado a 5.400 metros. En el Manaslu salían etapas de 12 horas empujando y llevando en las costillas la bici».

Los oscenses estuvieron diez días en el Nepal. «Lo podíamos haber hecho en menos tiempo, pero había que aclimatar el cuerpo, porque sino pasa factura al cuerpo». El presupuesto por cabeza no alcanzaba los 2.000 euros. «Lo único que nos subió el presupuesto fue el guía que se llevaba 150 euros al día. No había otra fórmula. Buscábamos un guía fuerte y no llevarlo a cuestas. Lo hubiéramos preferido hacer por nuestra cuenta. Ya le advertimos al guía cuando salimos que estábamos muy entrenados».

Desde Katmandú al inicio del trekking había 200 kilómetros de distancia. «Cuesta siete horas por carreteras muy malas. Los últimos 60 kilómetros eran unas pistas infernales, empinadas, con baches, acantilados...». El trekking arranca en la aldea de Arhougat. Realizaron el recorrido circular en seis etapas. «El techo es está a 5.160 metros en el collado de Larkya. Las etapas más duras fueron la primera y la segunda con muchos tramos con la bici en las costillas». La climatología fue muy benigna. «Fue perfecta. Mucho frío por las mañanas y no llovió, ni nevó. Estaba todo seco. Y no hubo ninguna incidencia. Nos salió todo perfecto. Solo algún pinchazo», dice.

El promedio de cada etapa era de 12 horas de duración. «Había días que nos levantábamos a las cuatro y media. Cuando nos poníamos en marcha apenas parábamos a comer al mediodía y todo de un tirón». Dormían en poblados con su saco de dormir en albergues sin lujos. «De comer nos faltó más chicha. Solo había arroz y tortillas y también algo de pollo y carne de yak. Allí tiran todo el día con un plato de arroz», afirma Pedro Albero.