Alberto Rubio hubiera cumplido 55 años el pasado jueves. Pero perdió la vida el sábado pasado mientras realizaba un trekking en la zona del Everest. Un edema pulmonar se lo llevó al zaragozano. Ayer repatriaron el cuerpo de Alberto a España y hoy será enterrado en Muel, la localidad donde nació, a las 17.00 horas. Experimentado montañero, había subido varios seismiles y sietemiles, el último de ellos el Aconcagua, el techo de América con sus 6.972 metros de altitud. Trabajaba como médico de familia en Graus y también en Torres del Obispo y Benabarre.

Rubio era una de las referencias del Centro Excursionista Ribagorza, uno de los clubs a los que pertenecía, junto a Montañeros de Aragón de Barbastro y el Centro Excursionista de Lérida. Mañana todos le recordarán en una excursión conjunta que hará Montañeros de Barbastro y el CE Ribagorza. Comenzarán en Forcat, junto a Vilaller y terminarán en la boca sur del túnel de Viella. Serán 27 kilómetros de marcha por el corazón de la Ribagorza. Este proyecto se quiere finalizar en la localidad francesa de San Bertrand de Cominges, en lo que fue el camino del destierro de San Ramón, el patrón de Barbastro. «Se acordará la gente de él. Era un amigo de todos y muy querido por sus pacientes, buen deportista y buen compañero», dice José Masgrau, el presidente de Montañeros de Aragón de Barbastro.

Carlos Bravo era el presidente del CE Ribagorza hasta el pasado mes de diciembre. «Me enteré de su muerte el lunes por la mañana. Trabajo en el instituto Baltasar Gracián. Al salir de clase miré el móvil y vi que había una llamada del centro de salud y me comunicaron la muerte». Bravo se sorprendió por la causa de su muerte. «Pensaba que se habría despeñado. Había estado a sietemil metros, tenía la especialidad de médico de montaña y había formado parte de expediciones como médico especializado. La muerte se produjo a menos de 5.000 metros y es un poco raro. Pero hubo un empeoramiento brusco del tiempo, bajó la presión y la falta de oxígeno aumenta. El mal tiempo impidió la evacuación del helicóptero».

Vivía en Lascuarre, a 14 kilómetros de Graus, una localidad del valle del Isábena con 134 habitantes. Rubio era el montañero de mayor nivel del club ribagorzano. «Hizo casi todos los tresmiles del Pirineo. La montaña era su gran pasión y los demás éramos normalitos. Su conocimiento del Pirineo era enorme, sobre todo del francés. No tenía ningún problema de irse solo». Como persona era seria. «Pero tenía un sentido del humor muy socarrón. Era muy sencillo y con poco afán de protagonismo. No le gustaban mucho las multitudes», indica.

Bravo lo conoció como lector. «Me lo presentó un periodista de Graus. Al principio era un poco reacio, pero entró en el club y nos preparó unas excursiones estupendas». Pero Alberto Rubio era sobre todo un espíritu libre en el mundo. «No le gustaba que se metieran en su vida y hacía lo que le parecía mejor. Era soltero y no tenía ataduras. Llegaba el fin de semana y se iba a la montaña. No quería atarse a una persona que le impidiera hacer lo que le gustaba en la vida», reconoce.

Ahora el club oscense está sin presidente y lo lleva una junta gestora. Pepe Gairín es el tesorero, Ana Lacambra, la secretaria y también están Marta Pinto, Ramón Narváez y Javier Barco. «Rubio era ahora vocal de la junta directiva. Era un portento físico y era una máquina. No bebía, ni fumaba y tenía dos pasiones, la montaña y la lectura. Era muy discreto y se volcaba en las excursiones en ayudar al más débil porque iba sobrado en el monte. Daba mucho ánimo a la gente y lo querían mucho, no solo como médico de familia», indica Pepe Gairín. La pérdida ha sido irreparable en el club. «Era un bastión en la gestión de las excursiones y organizaba el 85%. Mañana le podemos hacer un buen homenaje en la excursión hasta el túnel de Viella», dice Gairín.

Chema Tapia, escritor y montañero del Mayencos, subió junto a Alberto Rubio el Vallibierna el 2016 para confeccionar uno de sus libros. «Me acompañó para hacer ese pico en mi libro de las cien cimas. Y en octubre hice la presentación del libro a Graus y acudió a la cita. Me impactó bastante. Transmitía muchísima serenidad y calma. Controlaba muchísimo el terreno. Físicamente era muy fuerte», afirma Tapia.