A Montañeros de Aragón le faltaban los Alpes austrIacos y hace pocos días cerraron su círculo. Hasta ahora habían realizado trekkings en la cadena en Francia, Suiza, Italia y Eslovenia. Hace pocos días llegó la culminación con seis mujeres y cinco hombres del club guiados por el popular Fernando Garrido, uno de los responsables de la empresa Aragón Aventura. «Hace años comenzamos el periplo alpino con la Vuelta al Mont Blanc y la Chamonix-Zermatt. En el 2013 estuvimos en los Dolomitas italianos y en el 2014 viajamos al Nepal para acercarnos al Everest. El año siguiente viajamos a Rila y Pirin, en Bulgaria; en el 2016 estuvimos en los Alpes Julianos de Eslovenia y el año pasado realizamos la Vuelta al Monte Rosa», explica Ramón Tejedor, presidente de Montañeros de Aragón y componente del trekking.

Desde el 20 de julio y hasta el 25 el grupo hizo una incursión en el Tirol. «Fuimos desde Alemania, en Oberstdof, cruzamos todo el Tirol y la última etapa acabó en la localidad italiana de Vernagt». En Austria no hay cuatromiles y la montaña más alta, el Grossglockner, tiene 3.798 metros. «Nosotros culminamos el Finailspitzen, de 3.514 metros», dice Ramón Tejedor. La despedida montañera fue en Venecia.

Los senderistas zaragozanos cogieron un avión directo a Munich y por carretera recorrieron algo más de 100 kilómetros en dos coches hasta Oberstdof. El precio por cabeza fue de 1.800 euros. «Hemos subido en seis etapas 6.000 metros de desnivel positivo en 85 kilómetros. Ha habido días que hemos andado hasta nueve horas tranquilamente», apunta.

Los Alpes austriacos tienen su seña de identidad. «Los valles tienes aldeas muy diseminadas con un buen nivel de vida. Los habitantes son correctos, pero fríos y tienen espíritu germánico. Hemos notado falta de calidez. El Tirol es una zona de alto nivel, de las más ricas de Europa. Los bosques de alerces son inmensos, los senderos están muy bien señalizados y cuidados. Son unos Alpes atractivos y muy cómodos. Tienen una seña de identidad propia. No tienen las alturas, ni los grandísimos glaciares de Francia o Suiza o la zona rocosa de los Dolomitas, pero es una síntesis muy equilibrada de roca, nieve, bosque y valle. Pone en valor la esencia natural del concepto alpino», dice.

El grupo durmió al final de cada etapa en aldeas salvo el día que subieron el Finailspitzen, que pernoctaron en un refugio. «Son antiguos, pero están cuidados. Tanto Austria como Francia son países de tradición alpina mucho antes que los Pirineos y son refugios con medio siglo de vida. La calidad de la cena y desayuno es excelente y se duerme en literas», explica Tejedor.

Los componentes del grupo fueron por un sendero europeo alpino de 3.000 kilómetros de longitud. El camino estuvo lleno de anécdotas. «El día que subimos a la cima de Finailspitzen pasamos por un túmulo en recuerdo al hombre de hielo, el denominado hombre de Ötzi, que tiene 5.300 años de edad. Fue descubierto por dos alpinistas alemanes en septiembre de 1991 en los Alpes de Otzal, a 3.200 metros. Está en el museo de Bolzano», explica.

A los senderistas zaragozanos les llamó la atención la simbología de estas montañas. «El Tirol es una región muy católica y aparecen muchos símbolos religiosos como vírgenes y cruces durante la travesía. Las cumbres tienen cruces enormes como la de Peña Oroel», apunta el directivo.

El 25 de julio subieron el Finailspitzen desde el refugio de Similaun, que está a 3.019 metros. «Hay 500 metros de desnivel desde el refugio a la cumbre en dos horas y cuarto. Tiene una arista estrecha, de buena roca y con una dificultad de segundo grado. Es similar a las que te encuentras en las Maladetas. En la cumbre no caben más de cuatro o cinco personas». De cara al año que viene tienen nuevos retos al cumplir el club 90 años. «Una idea es ir al Monte Kenia y subir la Punta Lenana, de 4.985 metros. No es difícil técnicamente», reconoce Ramón Tejedor.