Ramón Tejedor morirá con las botas puestas y será socio de Montañeros de Aragón hasta que desaparezca de la vida. Ya lleva 44 años vinculado a la entidad zaragozana desde que se hizo socio cuando era un chaval que estudiaba en el colegio de Maristas. "Cuando veo a Pepe Díaz y Ricardo Arantegui, que con 86 años siguen haciendo montaña, me entra sana envidia. Mi única aspiración es morir con las botas puestas y disfrutar de nuestras montañas. Esta es la única pasión que no prescribe nunca", dice.

Ahora tiene 56 años y el miércoles pasado fue nombrado por unanimidad para un tercer mandato como presidente de la histórica entidad zaragozana. En el 2029 se cumplirá el centenario del nacimiento de Montañeros de Aragón. "Pero no pienso seguir siendo presidente por aquel entonces. Eso está muy lejos. Aspiro a terminar otros cuatro años de la mejor manera posible. Pensemos que cada día traiga su afán".

Ramón Tejedor ya casi forma parte de la mitología de Montañeros junto a nombres legendarios como Alberto Rabadá, Ernesto Navarro, Pepe Díaz, José Ramón Morandeira, Carlos Pauner, Eduardo Blanchard, Ursicino Abajo o Ángel López. "Cuando ingresé en el club el presidente era Eduardo Blanchard, un prohombre de aquellos tiempos, gran empresario y presidente de la Cámara de Comercio. Fui vicepresidente con Gonzalo Albasini de máximo dirigente y ahora llevo el bastón de mando desde el 2006", recuerda.

Mucho ha cambiado el montañismo de aquellos años a los tiempos modernos. "Cuando entré en Montañeros a finales del franquismo me encontré con gente maja y abierta. Aunque en sus comienzos estaba adscrito al espectro conservador. Cuando el club se funda en 1929 hacían montaña las clases acomodadas. Pero el club ha cambiado porque ha sido un reflejo de la evolución sociológica de España. Ahora la transversalidad es la principal característica de Montañeros de Aragón. Hay cantidad de gente de todas las posiciones sociales, profesionales, culturales e ideológicas. Aquí nos une a todos la pasión por la montaña y el concepto de la solidaridad", explica Tejedor.

Muchos presidentes han dirigido durante tan largo período de tiempo la sociedad más histórica de montaña en Aragón junto a Peña Guara. "Elijo a Pepe Díaz. Fue un gran presidente, formó parte de la primera expedición aragonesa al Himalaya, subiendo el Baruntse. Pero todos y cada uno de los presidentes forman parte de la historia del club. De todos hay que aprender", apunta.

Tejedor nunca olvidará el inició de su romance con la montaña. "Con 12 años formé parte de mi primer campamento de montaña en Sarvisé. Al poco de entrar en el club hice un curso de iniciación al montañismo. Entonces los piolets eran de madera, los crampones de ocho puntas, tenías que saber interpretar un mapa o manejar una brújula". La montaña más próxima a Zaragoza estaba unida al canfranero. "En mi primera excursión a la montaña cogimos el canfranero y subimos al Puchilibro, un pico de casi 1.600 metros. Ahora guardo la tradición y es la primera montaña que han subido mis hijos", apunta Tejedor.

Su currículum

Pequeño, fibroso, inquieto, parlanchín y vivaracho, Ramón Tejedor es un torrente de frases lapidarias. Fue diputado por el PSOE, consejero de la presidencia y posteriormente presidente del Gobierno de Aragón y secretario de Relaciones con las Cortes. Ahora es físico y funcionario de la administración autonómica. Las carreras populares son su nueva pasión y en noviembre corre el maratón de Valencia. "Es de los más clásicos y corren 15.000 personas. La carrera a pie es una actividad muy adictiva y es muy buena preparación para la montaña", valora Tejedor.

Su club siempre ha tenido un compromiso con la sociedad aragonesa. "Hemos tenido una posición histórica en la conservación del medio natural y el desarrollo sostenible. Por ejemplo, cuando el cañón de Añisclo estuvo a punto de ser inundado por un pantano, nos posicionamos para que el Parque Nacional de Ordesa se ampliara, preservando de la amenaza a Añisclo", afirma.

Varios son los retos de Tejedor en su tercer mandato presidencial de la entidad. "Me preocupa que hoy los jóvenes no hagan alta montaña. Se dedican a la escalada en rocódromo o ir a Rodellar como el que va a un gimnasio. También están de moda las carreras por montaña, donde no aprecias la flora y la fauna y no puedes parar a hacer una foto. Quiero hacer un esfuerzo especial para incorporar a los jóvenes y sus familias a la alta montaña. Por eso hemos creado unas actividades en familia a partir de 6 años donde se descubra la pasión por el alpinismo. La montaña es una escuela de vida para conformar tu personalidad", sentencia el dirigente.