Jesús García Pitarch llegó a este equipo para desmontarlo pieza a pieza por las buenas o por las malas, apuntándose con mayor frecuencia a una bravuconería profesional que por ahora le ha salido por la culata. No se sabe a ciencia cierta si su trabajo de fiel cortacésped económico tendrá éxito en el futuro, pero, sin lugar a dudas, dependerá de si el Real Zaragoza asciende a Primera. Hasta ahora, sus movimientos han evolucionado de la frialdad del contable intransigente a la soberbia de alguien que en lugar de observar las batallas desde las colinas, se involucra en el cruce de bayonetas.

Así, el director general ha perdido la perspectiva amplia y objetiva de un buen gestor y ha terminado por perjudicar al entrenador y a una plantilla que están pagando su incapacidad para reforzar el vestuario en invierno más allá del acertado e insuficiente fichaje de César Arzo. Contaba con las salidas pacíficas de Movilla, Paredes y José Mari, pero su estilo negociador fue respondido con tres denuncias, de las que un par han acabado como el rosario de la aurora para los jugadores, sobre todo la del Pelado con otra nueva visita a los juzgados por su suspensión de empleo y sueldo. Tres vacíos por lo tanto.

En este contexto de urgente necesidad de efectivos, los castigos a Movilla y Paredes, a los que el directivo no quiere ver ni en pintura pese a que Hererra aplaudiría tenerlos a su lado, están dentro del marco de la inconsciencia. El Real Zaragoza está sufriendo la erosión de las lesiones a largo y corto plazo, de sanciones, del bajo estado de forma de piezas que llegaron para liderar el juego y deambulan como fantasmas... Lo razonable sería que los apartados, patrimonio del club, fueran llamados a filas de inmediato sin establecer fronteras. Para jugar un segundo o las 16 jornadas que restan, lo que considere oportuno el técnico y no lo que establezcan las heridas abiertas en el amor propio de Pitarch.

No es sencillo saber el rendimiento de Movilla y Paredes si se les levantara las condenas. Ambos han perdido el ritmo de competición y sus aportaciones antes del conflicto, más en el caso del Jabalí ya que el centrocampista sí había contado para Herrera, tampoco avalan un gran impacto. Sin embargo, el Real Zaragoza dispondría de dos profesionales más para afrontar el reto del retorno a la élite, un objetivo que se va distanciando no solo por el bajo nivel cualitativo del grupo, sino también por el déficit cuantitativo. Que Herrera pruebe con Rico de central cuando de lateral está sufriendo un martirio semanal explica con letra redonda la crisis que atraviesa el equipo. Que el anodino Cidoncha tenga que coger galones porque falta Acevedo es otro claro ejemplo de que se está remendando con hilo delgado una grieta abismal.

Las decisiones empresariales han de ser flexibles e inteligentes. Las salidas de Paredes y Movilla no han podido ser y de por medio ha dejado una confrontación casi íntima. Pitarch tiene en sus manos aprovechar el mayor combustible posible para beneficio del equipo o utilizar ese par de bidones para seguir alimentando el motor de su ego.