Carlos Moyá recurrió ayer a conceptos como "tremenda ilusión" y "nivel de compromiso" al anunciar la selección del equipo de Copa Davis que entre el 12 y el 14 de septiembre luchará contra Brasil en Sao Paulo por mantener la permanencia en el Grupo Mundial. Lo cierto, no obstante, es que el capitán español se ha visto forzado por diversas circunstancias a armar un cuadro que difícilmente es el ideal o el soñado.

La lenta recuperación de Rafael Nadal tras su lesión de muñeca, el agotamiento de David Ferrer, el cansancio de Tommy Robredo y las razones de otros jugadores como Feliciano López han limitado las opciones de Moyá, que ha formado un equipo liderado por Roberto Bautista, actualmente número 19 del mundo y completado por Marcel Granollers (42 mundial) y una extraña pareja de dobles, Marc López y David Marrero, que se tendrán que medir a uno de los mejores dúos del mundo, Bruno Soares y Marcelo Melo.

Moyá apeló al optimismo, habló de un equipo "compacto" y se mostró "convencido" de que se regresará de Brasil con la "prueba superada", pero lo cierto es que la campeona de 2000, 2004, 2008, 2009 y 2011 lucha contra el fantasma de un descenso del grupo de élite como el del 95 en México.

Lo que los problemas de Moyá para formar equipo han puesto de manifiesto de nuevo son las dificultades crecientes de los jugadores con las exigencias de la Copa Davis. El lunes, tras caer derrotado en el Abierto de Estados Unidos frente a Stanislas Wawrinka y al anunciar su rechazo a formar parte del equipo nacional, Tommy Robredo aseguró que "los jugadores cada vez tienen menos ganas de jugar", apuntó a "desplazamientos y calendarios muy duros" y concluyó: "La Copa Davis siempre es un tema complicado y habría que sentarse con la Federación Internacional y ver la manera de arreglarlo".