Han pasado catorce años y no ha cambiado nada. A nueve días de sumar el décimocuarto aniversario de la muerte de un seguidor de la Real Sociedad, Aitor Zabaleta, apuñalado en las cercanías del Vicente Calderón por Ricardo Guerra, un ultra del Frente Atlético, el fútbol español ha tenido que llorar el fallecimiento de otro aficionado justo al lado del estadio rojiblanco, como entonces. Francisco Javier Romero Taboada, Jimmy, de 43 años, natural de A Coruña, casado y padre de una joven de 19 años y un niño de 4, y miembro de la facción Los Suaves, de ideología ultraizquierdista y una de las más radicales de los Riazor Blues, murió ayer en el hospital Clínico de Madrid tras ser apaleado y arrojado al río Manzanares por ultras rojiblancos. Ambos grupos se habían citado vía whatsapp con antelación para una pelea masiva sin que la policía se enterase. La Comisión Nacional contra la Violencia en el Deporte había declarado el encuentro de "bajo riesgo".

Los sucesos tuvieron lugar tres horas antes del inicio del partido entre el Atlético y el Deportivo, que se desarrolló con normalidad mientras Jimmy agonizaba en el hospital sin que nadie, ni clubs ni Liga ni Federación, hubiera dado el paso de suspenderlo. El aficionado deportivista tuvo que ser rescatado por los bomberos después de permanecer más de diez minutos en el río tras haber estado en una cornisa por encima del nivel del agua. La víctima, con traumatismo cranoencefálico e hipotermia, entró en parada cardiorrespiratoria antes de llegar al hospital y, finalmente, no pudo ser reanimado y falleció sobre las tres de la tarde.

Fueron detenidas 21 personas y otras 200 identificadas. En principio, unos 50 radicales rojiblancos esperaron la llegada de los aficionados del Deportivo en las inmediaciones de la zona conocida como Madrid Río y unos 200 individuos participaron en la pelea masiva. Al margen del fallecido, 11 personas resultaron heridas, tres de ellas por arma blanca y otras tres con heridas inciso-contusas en la cabeza.

Empleados de los bares y tenderetes cercanos vieron con sorpresa cómo numerosos radicales del Atlético se congregaban en varios puntos antes de las nueve de la mañana pertrechados con todo tipo de objetos contundentes. Después se dirigieron al lugar donde tenían previsto aparcar los autocares de los Riazor Blues. La pelea no tardó en desencadenarse, sin que la policía hiciera acto de presencia de forma inmediata.

El encuentro se jugó porque nadie tomó conciencia de la gravedad de lo sucedido. La LFP comunicó que contaba con el apoyo de los clubs para suspenderlo, pero que no fue posible al no poder entrar en contacto con ningún miembro de la federación. De hecho, la RFEF tardó varias horas en dar señales de vida. Su secretario general, Jorge Pérez, aclaraó a las 16.00 horas: "Al estar el recinto lleno y quedar muy poco tiempo, por motivos de seguridad y de orden público se consideró que podía ser contraproducente suspenderlo". La Comisión contra la Violencia ha convocado para hoy a las 10 de la mañana una reunión de urgencia.