«Era como un tren de carga imparable». Así se definió a sí misma Coco Vandeweghe tras apartar de su vía a Garbiñe Muguruza, camino de sus primeras semifinales en un torneo del Grand Slam. «Esta derrota me deja un poco vacía, aunque no me reprocho nada», replicó la jugadora hispanovenezolana, que no había perdido ningún set en los cuatro partidos anteriores pero que fue barrida (6-4, 6-0) en menos de una hora y media por esta potente estadounidense de 25 años y 1,85 metros, actual número 35 en el ránking mundial, que se medirá ahora con su compatriota e ídolo de la infancia, Venus Williams, que a sus 36 años no llegaba a esa instancia en Melbourne desde el 2003, tras derrotar a la rusa Anastasia Pavlyuchenkova por 6-4 y 7-6 (7-3).

Vandeweghe, nieta y sobrina de jugadores de la NBA (su tío Kiki destacó en Portland) e hija de una nadadora olímpica en 1976, recuerda como, de niña, persiguió a Venus en un torneo de California para pedirle un autógrafo. Ahora están de igual a igual, sobre todo después de que Coco haya dejado fuera del Abierto de Australia a tres de las favoritas: la italiana Roberta Vinci (15ª cabeza de serie), la alemana Angelique Kerber (número 1 del mundo y defensora del título) y Garbiñe Muguruza (campeona en Roland Garros y finalista en Wimbledon el año anterior).

Vandeweghe se apuntó el primer parcial en 56 minutos y luego siguió a la carga en el siguiente, ganando seis juegos consecutivos, plena de confianza, como demuestran sus 31 golpes ganadores. «Si sigue jugando así, es candidata clara al título», explicó Muguruza.

Si Venus está en semifinales a sus 36 años, Federer ha vuelto a ellas a los 35, tras derrotar al verdugo de Murray, Mischa Zverev (6-1, 7-5 y 6-2). Federer, que no gana un grande desde el 2012, se medirá con el campeón del 2014, Stan Wawrinka, verdugo de Tsonga.