Cuentan que la fiesta más brutal (y divertida) habido nunca en la estación de Madonna di Campiglio, donde el equipo Ducati y Ferrari presentan cada invierno sus escuderías de MotoGP y F-1, se produjo en 2009 cuando el norteamericano Nicholas Patrick Nicky Hayden (Owensboro, Kentucky, EEUU, 30 de junlio de 1981) cogió el micrófono en la fiesta final y empezó a improvisar suculentos y divertidos raps. Ese era Nicky Hayden, un auténtico chico norteamericano, de sombrero cowboy, simpático, abierto como pocos y, sobre todo, tan limpio y competitivo como gentil cuando le derrotaba alguien mejor que él.

La familia de Kentucky Kid y el equipo médico atendió, desde el pasado martes a Hayden en el hospital Bufalini, de Cesena, donde cinco máquinas le mantenían artificialmente con vida hasta ayer tras sufrir un atropello por un Peugeot 206, cerca del circuito de Misano, cuando se entrenaba con su bicicleta de carretera y, quién sabe, tal vez porque llevaba puestos auriculares escuchando música o se despistó al incorporarse a una carretera menor, no reparó en el stop y, como reconoció el conductor que le arrolló, apareció, de pronto, sobre el morro del automóvil.

Hayden, campeón del mundo de MotoGP (Honda, 2006) y actualmente piloto de Superbikes de la firma alada, era un apasionado de las carreras, afición que le transmitió su padre Earl, quien le dio en herencia su nº 69. Papá Hayden es el único familiar que no está en Cesena, ya que padece del corazón y los doctores norteamericanos le prohibieron viajar a Europa. Está mamá Rose y su hijo mayor Tommy, así como la novia del piloto, Jackie, con quien se iba a casar en agosto.

NO HUBO MILAGRO / Hayden llegó ya materialmente muerto al centro de Bufalini. El test Glasgow, utilizado por los médicos para conocer el estado real de un accidentado y cuya puntuación óptima es 15, reflejó un gravísimo e irrecuperable estado global (3). Por debajo de 5, el cuerpo humano ya necesita de las máquinas para respirar. A partir de ahí, como reconoció, el jueves, el mallorquín Jorge Lorenzo (Ducati) «solo nos queda rezar por Nicky y esperar un milagro». Mamá Rose, papá Earl y sus hijos Tommy, Roger y Kathleen son muy religiosos, muy católicos, pero, sin signos de vida, debieron de resignarse a la pérdida de su hijo.

«Desde el mismo martes sabía que esto no podía acabar bien, lo sabía y me dolía, por eso quise dedicarle la victoria o una gran carrera en Le Mans. Ese mismo martes me llamó un doctor amigo, de Cesena, y ya me dijo que había sido tremendo», reconoció el mítico Valentino Rossi, a quien Hayden le birló el título de MotoGP, en 2006.

Le Mans vivió el gran premio sabiendo que, en cualquier momento, los médicos dirían que Hayden había dejado de respirar. Es más, algunos pilotos ya hablaban, inconscientemente, en pasado al referirse al accidentado Hayden. Rossi contó que la primera vez que vio (y conoció) a Hayden se quedó de piedra. Fue en su primer año del Mundial. «Me lo presentaron en la estación de trenes de Tokio. Iba con su gorro de cowboy y pensé: ‘mira, un pez fuera del agua’».

«Siempre en mi corazón», escribió Dani Pedrosa. «Estoy destrozado, nunca te olvidaré», tuiteó Marc Márquez. «¡Cómo puede ser la vida tan cruel!», narró Jorge Lorenzo. «Las leyendas nunca mueren», lanzó Álex Márquez. «Nicky, la mejor persona que he conocido en el paddock», sentenció Aleix Espargaró.