El Real Zaragoza se bajó de golpe de la supuesta ola de ilusión en la que se había instalado o le habían instalado. Fue una bofetada de realidad ante una muralla, la del Alcorcón, que fue inaccesible para el equipo zaragocista, gris y con pocas ideas en ataque y con el regreso a los regalos defensivos que ya se habían visto tantas otras veces. Llegó la primera derrota del curso en La Romareda de los 60 años recién cumplidos y, se mire por donde se mire, resultó justa e inapelable. El Alcorcón arribó con un plan, lo ejecutó a la perfección, encontró el premio con el gol de Álvaro Peña tras una pésima defensa y el Zaragoza nunca supo buscarle las cosquillas o cambiar el juego para dar con otros caminos para derribar el muro. Dio la impresión de que nunca iba a levantar ese gol adverso. Y no lo hizo.

Acabó la grada enfadada con la actuación arbitral, con la permisividad por la dureza del Alcorcón, que en su guión defensivo, con un esquema con cinco atrás y Álvaro Giménez y Nono para buscar el peligro arriba, estuvo hasta acertado a la hora de saber cuándo y cómo dar las patadas. Tenía claro que Febas y sus arrancadas eran el punto de desequilibrio junto a Borja Iglesias y supo frenarles por lo civil y, si no, por lo penal. Con todo, el menudo mediapunta fue el mejor jugador del Zaragoza mientras le duró la gasolina física.

Sería, pues, injusto centrar la excusa de la derrota en Pérez Pallás. El Alcorcón fue mejor ejecutando su idea, tuvo las ocasiones más claras y el Zaragoza tan apenas las encontró, porque estuvo espeso y tampoco abrió la lata por las alas, una buena solución para atacar el esquema alfarero que apenas se utilizó.

Con la entrada de Alain por Buff y con Ratón en portería porque no había motivos para ese cambio arrancó el Zaragoza. Y el pleito desde el primer minuto se ajustó a lo esperado. El Alcorcón cedió la pelota, se situó atrás y trató de ganar la batalla en la medular con Errasti, Borja Domínguez y Peña, algo que casi siempre logró, porque el Zaragoza echó de menos al sancionado Zapater ya que Eguaras apenas se mostró y Javi Ros, al que nunca se le niega la voluntad, se ha acostumbrado en demasía a vivir instalado en el error en el pase, lo que desluce en gran medida su aportación. En casi toda.

La primera arrancada de Febas y el pase y el disparo desviado de Borja trajeron el aviso inicial del Zaragoza, que no tardó en sentir toda la incomodidad del mundo. Controlaba el balón, pero se nublaba en sus ideas en la línea de tres cuartos, con Toquero muy desaparecido y Alain demasiado tímido. Así, el partido era plácido para Casto, salvo en una falta botada por Alain que despejó con apuros a córner.

Un monumental error de Grippo no lo aprovechó Nono, que falló ante Ratón en el mano a mano cuando La Romareda ya veía el gol. El Zaragoza, mientras, aparecía cuando lo hacía Febas, que sacó amarillas con su calidad y potencia a Burgos, a David Navarro y a Errasti. Pero a efectos del marcador, eso no tenía ningún efecto. Sí lo tuvo una buena incorporación de Laure, que dejó el balón a Álvaro Peña y que les hizo un lío a Verdasca y a Ros para quedarse solo ante Ratón y superarle con la frialdad de un cirujano. Aún pudo el Alcorcón marcar otro antes del descanso, pero el remate de David Fernández, mal seguido en un córner, lo despejó con una buena parada Ratón.

CAMBIOS SIN EFECTO

Natxo González no tocó nada tras el intermedio y nada cambió en un Zaragoza que no sabía cómo superar la presión y el orden del rival. Llegó el turno para Buff, que se situó en la mediapunta para que Febas pasara a zona izquierda. Mientras La Romareda aumentaba su desesperación con Pérez Pallás, el Alcorcón seguía sin desviarse ni un ápice de su plan, perdiendo el tiempo que fuera necesario, parando el juego cuando así lo requería y no dejando ni una vía para el Zaragoza.

Movió el banquillo Velázquez aumentando músculo con Dorca y Toribio y poniendo velocidad con Jonathan Pereira. A la contra pudo sentenciar el Alcorcón, pero se atascó cuando tuvo el campo para correr. Mientras, Papu y Pombo saltaron para tratar de encontrar soluciones en ataque y Febas y Eguaras pasaron a formar un doble pivote con un equipo muy ofensivo. De nada sirvió. Solo un disparo de falta de Buff al larguero en el tramo final inquietó al Alcorcón, que ganó porque fue superior en La Romareda, siendo mejor equipo y dejando caer un jarro de agua fría sobre un Zaragoza que creyó haber dado con un camino demasiado pronto y que tiene que asumir que le queda mucho margen de mejora en esta eterna Segunda División. Sí, toda una bofetada de realidad.