Ritmo. El fútbol es eso. Quien domina el perreo, domina la cancha. Quien marca el baile suele salirse con la suya. Y eso es lo que pasó en El Alcoraz, en esa nueva final no ganada por un Huesca que dejó de reconocerse en la versión vigorosa que le otorgó Pacheta. Por discrepancias propias, por la ausencia de pegada, de sorpresa, de otra cosa, por ausencia de respuesta desde el banquillo. Porque fue Osasuna quien llevó el partido donde quería, al de la batalla del empate, al muro, al control del área, a la nada. Y con la nada, con la carencia de victorias, que son solo tres en Liga y media, el Huesca se va hacia Segunda. Es irremediable. Que quedan diez partidos, pero queda menos. Que hay tiempo, pero esta vez se tenía que haber ganado. Que se está a tres de la permanencia y se recortó un puntito (a ver qué hacen hoy Alavés y Elche).

Pero el Osasuna no era el Barcelona, ni un equipo con Aspas. Porque se terminó con tres centrales, con solo tres cambios, con mucha pólvora (Okazaki, Ontiveros...) sin utilizar. Porque es verdad que se remató quince veces, pero solo tres fueron a palos, poco peligro. Porque es verdad que Vavro la estrelló al larguero, que Mir tuvo otra y que Escriche podría haber cantado dos goles, uno que sacó de cabeza el afro Aridane y otra, crespuscular, que cruzó cerca del palo de Juan Pérez. Pero este empate a nada, que solo valdrá si se gana al Levante, es más valioso para el Osasuna que para un Huesca que peligrosamente ha perdido ese empuje, esas ganas, ese dominio que le trasplantó un Pacheta que prefirió irse a no ver desde el túnel de vestuarios en las últimas aproximaciones del rival.

Últimamente no daban mucho que hablar los onces de Pacheta. Se repetían más que el ajo. Esta vez hay que reservarle un párrafo. Por tres novedades. Primero el primero. Cambio en la portería tras ocho tantos encajados en dos partidos. Vuelve Andrés, aquel que empezó la temporada. Luego en la defensa se clavó Vavro, que acababa de debutar en Barcelona. Pulido iría al líbero. Y para terminar fue arriba Sandro por Escriche. Estos dos últimos fueron los primeros cambios y el eslovaco acabó lesionado por un pinchazo.

El perfil de lo que fue todo el partido se dejó ver pronto. El control del juego fue confuso, alterno, con nada de contundencia, ni pase, ni precisión. Muchos errores, mucho parón, centros incoloros y poquísimo peligro. Tal era el cuadro que hasta Osasuna dominaba sin dominar del todo. El Huesca se animó gracias a la primera posesión larga, casi más propia de los tiempos de Míchel. Moviendo de lado a lado al Osasuna, el centro acabó en un rechace que engarzó Vavro en volea que chocó en el larguero tras rozar la punta de los dedos de Juan Pérez. Este chipazo calentó algo al Huesca, más presente, e intentando repetidos centros que sólo en una ocasión, al primer palo, encontraron a Mir como cabeceador.

Una explicación puede ser que había mucha distancia entre las dos líneas de construcción. Seoane era el timón y tenía un mundo hasta Rico o Ferreiro, una prolongación en largo. La conexión era la de los carrileros y el envío al área, donde el Osasuna se sentía cómodo en el despeje y achicando espacios. Sin la opción del zapatazo para el carrerón de Mir, anclado al afro Aridane, la previsión era de poca lluvia goleadora.

El Huesca obtuvo más posesión pero idéntica poca precisión en la segunda parte. Al Osasuna parecía valerle el empate para no ceder el espacio que tenía sobre la permanencia. Esperaba un despiste o una brecha de luz en mitad de la noche, como el uno contra uno de Kike Barja ante un contemplativo Maffeo que Jony no quiso completar (m.53) y otra acción de los mismos actores, donde Barja se adelantó en la marca para rematar de cabeza a Andrés (m.80).

El Huesca tuvo dos en los minutos finales. Las dos de Escriche. La primera un cabezazo blando que repelió Aridane. Y la segunda, en el descuento, tras una cabalgada de Galán, una cesión de Mir y un requiebro que llevó a un disparo cruzado del delantero de Burriana. Hubiera cambiado todo de haber ido dentro. Pero fue fuera. La nada no cambió nada. Lo que quería el Osasuna. Su ritmo.

Ficha técnica:

Huesca: Andrés Fernández; Maffeo, Vavro (Insua, m.58), Pulido, Siovas, Javi Galán; Ferreiro, Seoane, Mikel Rico (Sergio Gómez, m.83); Sandro (Escriche, m.58) y Rafa Mir.

Osasuna: Juan Pérez; Nacho Vidal, Aridane, David García, Juan Cruz (Manu Sánchez, m.89); Darko (Torres, m.89), Torró, Moncayola; Kike Barja (Javi Martínez, m.89), Calleri (Budimir, m.78) y Jony (Rubén García, m.66).

Arbitro: Del Cerro Grande (Comité Madrileño). Amonestó a Siovas por parte del Huesca y a Moncayola y Nacho Vidal, por el Osasuna.

Incidencias: Partido correspondiente a la jornada 28 de Primera división disputado en el estadio El Alcoraz de Huesca a puerta cerrada.