Abrir el ventanal de la suite de su hotel y respirar intensamente la brisa marina que llega desde la bahía. Es el oasis de Rafael Nadal desde que debutó en el 2003 en un torneo en el que dos años después ya logró su primer título (final con Guillermo Coria, 6-3, 6-1, 0-6 y 7-5). Un año más volverá a pisar las pistas del Montecarlo Country Club. Un escenario donde el campeón mallorquín ha construido su reinado del que pocos han podido destronarle. En su pista central ha ganado 11 títulos de los 57 que ha conquistado sobre tierra desde que logró su primer título en el 2004 en Sopot (Polonia).

Si para muchos tenistas Montecarlo es el inicio de un infierno que no termina hasta Roland Garros, para Nadal volver al Country Club supone el final de un calvario sobre pistas duras, especialmente en las dos últimas temporadas después de ganar el Abierto de EEUU del 2017, en el que en este tiempo ha acumulado 15 bajas, dos abandonos y solo ha ganado un título (Toronto el pasado año).

Y volver a Montecarlo será aún más especial. Nadal toca su tierra preferida sin referencias sobre su momento de juego, después de retirarse sin jugar de la semifinal de Indian Wells ante Roger Federer con problemas en su rodilla izquierda. Hoy ante Roberto Bautista (14.00 horas), un mes después, reaparece para empezar a defender los 4.680 puntos que ganó el año pasado en la gira europea de tierra en la que, además del Country Club, mordió la Copa en el Barcelona Open Banc Sabadell, en el Masters 1.000 de Roma y en Roland Garros. Un año más, Nadal apuesta sobre el tapete rojo a todo o nada para llevarse el premio gordo. No tiene mucho margen. Una vez más paseará sobre el alambre y sin red.

Desde su abandono en Indian Wells, Nadal se ha recluido en Manacor para recuperar su rodilla y afrontar el reto que le espera. «Rafael no es un jugador de tenis, es una persona lesionada que juega al tenis. A pesar de sus problemas físicos, su determinación por seguir es total. ¿Hasta cuando? ¿Quién lo sabe? Posiblemente dos o tres años más» , dijo Toni Nadal en una entrevista en el diario Cinco Días hace unas semanas.

Unas declaraciones que el exentrenador del número 2 mundial matizó días después (porque «se sacaron fuera de contexto») para destacar que «nadie puede dudar de la ambición y autoexigencia de un tenista que siempre juega al máximo nivel y al que muchos daban por acabado en el 2006 o 2007 por sus lesiones y más de diez años después, ahí sigue».

EL TOBILLO DERECHO

Los problemas físicos han perseguido a Nadal y le han obligado a parar para recuperarse muchas veces. El año pasado tuvo problemas en la rodilla, los abdominales y el tobillo que le forzaron a retirarse en el Abierto de Australia, cuartos de final ante Cilic y en las semifinales de Estados Unidos, ante Del Potro.

Una retirada, la última, en la que ya no reapareció hasta esta temporada y así aprovechó la baja para someterse a una artroscopia en el tobillo derecho, con la intención de comenzar el año sin problemas. Parecía que lo había conseguido hasta la final de Australia ante Djokovic, en la que se mostró totalmente apagado. Después perdió con Kyrgios en octavos de Acapulco, no jugó las semifinales de Indian Wells y renunció a Miami.

«El año pasado ya vivió una situación parecida y la superó. En tierra es el mejor con una diferencia abismal. No sé como está físicamente, pero si está bien, no tendrá problemas, su fuerza mental es impresionante», asegura Sergi Bruguera, capitán español de Copa Davis. Novak Djokovic, el número uno mundial, opina lo mismo: «Nadal es el gran favorito en cualquier pista de tierra del mundo». Es incluso más contundente Álex Corretja: «Volver a jugar en tierra es la mejor noticia para Rafa. Es su hábitat natural y tal como venía jugando, no tengo la menor duda de que será el hombre a batir», valora.

Si la tierra es la superficie más exigente físicamente para los tenistas, también es cierto que es la que menos traumatiza las articulaciones y eso es fundamental para el cuerpo de Nadal, que a sus 32 años ha cambiado también su forma de jugar, evitando los largos peloteos, cerrando los puntos antes y consumiendo menos energía para ganar.

En ese cambio en el que ha trabajado con Carlos Moyá y Francis Roig, el mallorquín ha evolucionado su servicio buscando más efectividad y se ha centrado en el golpe del resto para lograr su superioridad. Los datos estadísticos en este último aspecto son vitales. Según un estudio de la ATP, en 20 de los partidos disputados en tierra en el 2018 (18 victorias y 2 derrotas), Nadal devolvió la bola del saque de sus rivales en el 84% de los puntos (79,4% sus rivales). Además, en el 44,7% ganó el punto contra el primer servicio de su rival y aumentó al 52,4% en el segundo. Nadie en tierra tiene estas estadísticas y las seguirá alimentando desde hoy.