La central del Country Club de Montecarlo puede ser hoy el escenario del inicio de un triplete único en la historia del tenis. Rafael Nadal opta (14.30, Movistar+) a conquistar su décimo título en el torneo monegasco en el que debutó con 16 años en el 2003. Su primera décima que podría repetirse la semana próxima en el Barcelona Open Banc Sabadell y el 11 de junio en Roland Garros.

El nueve veces campeón del torneo se ganó la primera opción para este triplete al vencer al belga David Goffin por 6-3 y 6-1. A un amigo y compañero de generación, Albert Ramos, le tocará el reto de evitarlo tras alcanzar su primera final en un torneo de esta categoría al eliminar al francés Lucas Pouille por 6-3, 5-7 y 6-1. La misión se adivina titánica pero el tenista mataronense de 29 años, número 24 mundial, ya hizo saltar la banca en Montecarlo al eliminar al número 1 mundial, Andy Murray en los octavos de final. «Mañana hay que volver a dar el máximo otra vez y, por qué no, levantar el título», decía ayer.

Ramos se ha ganado la credibilidad en una semana extraordinaria, aunque la diferencia en la carrera de ambos es abismal. El catalán tiene un solo título en su palmarés (Bastaad 2016) mientras que Nadal puede sumar el 70º de su carrera, entre ellos 27 Masters 1000 y en sus enfrentamientos domina con dos victorias, ambas en Barcelona (2014 y 2013). Lo único que tienen igual es que los dos son zurdos.

Nadal se va a encontrar a un rival en un momento dulce de juego, muy sólido de juego y fuerte tanto física como mentalmente. Virtudes que le permitieron ganar a Murray, en cuartos a Marin Cilic y ayer a Pouille, en un partido el que el joven francés se derrumbó al final ante la roca que tenía enfrente.

Nadal también se deshizo de un rival que se vino abajo aunque por una decisión arbitral. Goffin rompió el saque de Nadal (2-1) y mantuvo la ventaja hasta el sexto juego cuando el mallorquín recuperó el break tras 17 minutos de lucha y una agria polémica por un punto cuando el juez de silla, Cedric Mourier, bajó a la pista para rectificar una bola que un línea había dado mala a Nadal y que daba el juego y ventaja de 4-2 a Goffin. La bola, como pedía el belga y después demostró el ojo de halcón, había salido fuera.

Las quejas de Goffin no sirvieron de nada y el punto se repitió con ventaja en el marcador para el belga que, descentrado, la desaprovechó como otras dos que tuvo después. Nadal, que fue silbado por el público, aunque a 30 metros no pudo ver nada de la jugada, acabó haciendo el break para igualar 3-3. «Creí que la bola había salido, pero yo estaba al otro lado, no pude ver la marca», se excusó el mallorquín. No hubo más batalla. Goffin cedió el set y solo ganó un juego más hasta felicitar a Nadal por su victoria.