Tres de tres. Rafael Nadal va de título en título sobre su superficie preferida camino de Roland Garros. Después de Barcelona y Montecarlo tampoco dejó escapar la victoria en la Caja Mágica, el quinto en Madrid desde que logró el primer Masters 1.000 en el 2005. Doce años después de aquella victoria, en otro escenario y en pista rápida, el mallorquín sigue arriba del tenis mundial, como si el tiempo no pasara para este incombustible campeón que sigue peleando y batallando en la pista para conseguir sus éxitos.

Nadie le ha regalado nada. Y ayer tampoco. Thiem le obligó a sufrir sobre la central Manolo Santana antes de reconocer su superioridad tras 2 horas y 17 minutos de «una gran batalla», reconoció el austríaco, que finalizó 7-6 (10-8) y 6-4 para el actual número 5 mundial.

CARA O CRUZ / A Nadal le costó apuntarse la primera manga. Durante 1 hora y 18 minutos tuvo que mantener un duro pulso con Thiem. El recuerdo de la final de Barcelona permitió al austríaco entrar en la Caja Mágica con la lección aprendida. No solo debía aguantar el ritmo sino que tenía que ser más agresivo y valiente. «Rafael no ha empezado bien. Ha tenido errores y eso le ha hecho jugar intranquilo, al final ha sido un cara o cruz y menos mal que se lo ha llevado él», resumía Toni Nadal, su tío y entrenador, de una primera manga en la que se llegó al tie break que el mallorquín se apuntó 10-8, después de que Thiem dejara escapar dos bolas de set.

En la segunda manga parecía que Thiem acusaría el golpe de perder el tie break. El austríaco cedió su saque en el primer juego y fue a remolque de Nadal. Así y todo no se entregó y salvó dos match balls con 5-3 y saque de Nadal, para acabar cediendo el triunfo dos juegos más tarde.