Salió apoyado en unas muletas, con el pie derecho vendado, sin rehuir las últimas explicaciones a otra dolorosa derrota. Con la cabeza alta, autocrítico como siempre, y sin ocultar su desilusión. En el gesto de Frank de Boer, recorriendo pesarosamente el túnel de los vestuarios el jueves por la noche, se resumía la despedida de Holanda, que cerró una etapa futbolística de grandes expectativas y grandes frustraciones. La naranja, exprimida hasta el agotamiento, vertió sus últimas gotas sobre el césped del José Alvalade.

Dick Advocaat anunciará la próxima semana en un comunicado si continúa al frente de la selección. Sea él u otro, el futuro entrenador deberá realizar la renovación de un equipo que se cae de viejo. Con 10 jugadores por encima de los 31 años, Holanda presentó en Portugal la segunda media de edad más alta (28,3 años), por detrás de Letonia (28,9), e idéntica que la de Grecia y Francia. Además de ser un equipo muy mayor, también era una Holanda muy vista, repitiendo en cada torneo las mismas caras.

Adiós a la selección

"Este día tenía que llegar y ha llegado". Camino de la dorada y millonaria jubilación de Qatar, De Boer (34 años) no puede competir con jóvenes más frescos y ambiciosos, ya sean compañeros o rivales. Con el capitán de la selección naranja se van varios jugadores más. Por la edad, pero también porque han capitulado. Si el listón de España está situado en los cuartos de final, el muro infranqueable de Holanda son las semifinales. Cansados de estamparse una y otra vez en el mismo lugar (Mundial-98, la Eurocopa-2000 y la actual edición), han decidido rendirse. "Hemos tenido tres oportunidades de jugar una final y no lo hemos logrado", comentó Michael Reiziger.

´Gio´ y Davids, retratados

La derrota se gestó en sendos córners que denunciaron la escasa tensión de los holandeses. "Me he sentido ridículo", confesó Giovanni van Bronckhorst a unos periodistas ingleses. El lateral no quiso camuflar la responsabilidad que tuvo en el primer gol portugués. Distraído, permitió que Cristiano Ronaldo dispusiera de un metro de libertad para cabecear a la red.

Ridículo y distraído también andaba Edgar Davids en esa jugada del primer tanto. El último autobús a la final partió, y Holanda volvió a quedarse en tierra.