Ha sido el rombo, la figura aglutinadora de Eguaras con su fútbol aparentemente sencillo pero de muy difícil ejecución y el despliegue físico y rigor táctico de Guti y Zapater. Ha sido Cristian Álvarez, sin el que no se podría explicar la recuperación del Real Zaragoza. Han sido los chicos de la cantera: Pombo en ese rol de delantero que lo está convirtiendo en un jugador fantástico, Delmás en su momento y Lasure, dueño y señor del lateral izquierdo. Han sido los goles de Borja y que Febas regresó. Han sido varios detalles de clase de Buff, el cambio drástico de tendencia en La Romareda, donde en el 2017 ganaba cualquiera y ahora pierde todo el mundo.

Ha sido la mejoría ofensiva, que de ser nada en Alcorcón y Granada se desató en vendaval en Tarragona o Soria. Han sido las porterías a cero, aunque en muchos partidos del inicio de Liga el nivel defensivo fue superior al de ahora con un resultado mucho peor. Ha sido que Natxo González por fin ha encontrado un once. Y ese poquito de fortuna en instantes concretos.

Han sido muchos factores nacidos de lo futbolístico y, decisiva, una corriente de fuerza interior germinada en la autoconfianza que producen los buenos resultados. El deseo, la convicción, la determinación y la fe en que el playoff es posible. Que eso mueve más montañas que cualquier sistema de juego.