Es lo que tienen los genios. Se cansan del éxito, se aburren de ganar dinero, se hartan de coleccionar títulos. Su peor pesadilla es tocar techo, su enemigo es el aburrimiento. Por eso Adrian Newey, el gurú que dibuja los F-1 ganadores, ha decidido dar un paso atrás en el diseño de coches para asumir un nuevo reto, construir un velero ganador para el equipo británico de la Copa América. Puede que para este inglés de 59 años sea una decisión más, sin importancia, pero en Red Bull ha originado un cambio en la estructura y puede que, quizá, sea una de las razones para que Sebastian Vettel escuche con más interés la oferta del imperio McLaren.

Llega al paddock de los primeros, con ese viejo maletín beige, roído por los años, por los viajes, que tantas veces se ha abierto y cerrado con sus mágicos diseños. Su aspecto desaliñado es el mismo de siempre, pero en los ojos de Newey ya no se divisa el brillo de los últimos años, de sus cuatro títulos con Red Bull, los últimos de su larga vitrina en los que reposan dos con McLaren y cuatro más con Williams.

La victoria n° 150 de uno de sus coches (el de Daniel Ricciardo en Spa) ya no le dice nada. Y no pasa desapercibido para nadie, por eso los grandes le lanzan ofertas. "Pídenos lo que quieras", dice el entorno del ingeniero que le dijeron en Ferrari. Pero Newey no se moverá de Inglaterra, y menos a Italia y por dinero. Red Bull ya le paga bastante (20 millones de euros), al nivel de los mejores pilotos. Y le seguirá pagando bien a pesar de que el genio dé un paso atrás, solo por diseñar el coche y otros proyectos.

A Red Bull le viene mejor un Newey a medio gas, que diseñando coches para la competencia. "Adrian no se involucrará tanto como ahora, pero su puesto específico no será ocupado por nadie", reconoce Christian Horner. Y es que no hay otro, ni medio. como él.

"Los coches son cada vez más parecidos porque la normativa actual es demasiado restrictiva. Ha habido una gran cantidad de factores combinados en mi decisión de dejar la F1, y un montón de emociones encontradas. Sentí que era el momento de desafiarme a mí mismo con algo diferente", explica Newey, harto de que la FIA haga cambios para anular sus creaciones técnicas como el difusor soplado o sus revolucionarios aportes aerodinámicos. "Esta F-1 ya no me gusta", ha repetido una y otra vez este año el gurú. "Los coches son tan fáciles de pilotar que no es problema subir a un chico de 16 años", remata Horner, jefazo de Red Bull, para explicar el fichaje de Max Verstapen por Toro Rosso.

Así que Newey seguirá con su lápiz porque no utiliza el CFD (la dinámica de fluidos computacional), pero dibujando igualmente flujos de aire de agua, los fluidos que tanto ama. Inventará algo seguro para que el Ben Ainslie Racing, que así se llama el club que defenderá los intereses de la Copa América en 2017, disponga de un gran velero. Ben Ainslie, regatista y director del equipo, no cabe en sí de gozo. Ha convencido a Newey sin dinero, solo haciéndole soñar con un nuevo reto. El ingeniero es su principal baza para que Inglaterra se lleve por primera vez el trofeo más prestigioso del mar.