El peinado y las faltas. Los rezos. Las discusiones. Lo aparatoso, lo superfluo. Fotos. Clics. El espectáculo de lo insustancial. Lo trivial volvió a llenar más que lo real, lo necesario, lo indispensable. El futbolista de más talento en décadas de Brasil desperdició otra oportunidad. Neymar marcó dos goles, los mismos que Coutinho, que no miró ni una vez a la grada. El fracaso del 2014 no se reparó. Porque Brasil se encontró con Bélgica, un grupo de futbolistas anónimos, menos millonarios, que buscaban la gloria y no followers.