«Había que mover la carrera. Y por eso atacó». Salió de la improvisación y Mikel Landa, con los primeros dolores serios de espalda, comprendió, entendió y apoyó el ataque de Alejandro Valverde. O todo o nada. Para conseguir la gloria hay que intentarlo; una, dos, o las veces que haga falta. Y Valverde, que hasta llegó a ser jersey amarillo, lo probó, para inquietar al Sky y hasta para buscar un enemigo que, de repente, se podía convertir en un aliado.

Fue bonito mientras duró. «Traté de sorprender al pelotón y por eso ataqué desde lejos». Le sirvió, al menos, para subir al podio del Tour al ser recompensado por el jurado francés que cada día otorga el premio al ciclista más combativo de la jornada. Y hasta hubo un instante, con Marc Soler, la perla del Movistar, que se había colado en la gran escapada del día y que fue frenado para esperar a Valverde y acompañarlo en su aventura abriéndole el camino, en que el todavía presente y el futuro del ciclismo español se dieron la mano. Una estampa idílica que se comtempló durante los instantes más bellos y entrañables de la 11ª etapa del Tour.

El aliado Dumoulin

Y hasta encontró al mejor aliado, a Tom Dumoulin, que iba a por el Tour, a demostrar que la lucha por la primera plaza del pasado Giro, llegó segundo a Roma, no le había pasado factura. Cuando, ya en la ascensión final a La Rosière, Valverde no le dio un relevo a Dumoulin, tras ser pillado por el holandés y con Soler ya reventado por el servicio prestado, se podía pensar que no lo hacía para no perjudicar los intereses de sus compañeros Nairo Quintana y Landa. Pero, no. Alejandro Valverde ya no podía más. La valentía tiene a veces estas cosas, desafortunadamente.

Otro valiente, más discreto, más silencioso fue un navarro llamado Mikel Nieve. El de Leitza, a sus 34 años busca esta temporada gozar en el Mitchelton australiano de la libertad que no obtuvo cuando estuvo tantos y tantos años trabajando al servicio de la corte británica del Sky. Él era imprescindible para Froome, tanto en el Tour como en la Vuelta, y, ojo al dato, el británico no descarta correrla si gana en París ya que quiere ser el primer ciclista de la historia que en una misma temporada gana Giro, Tour y la ronda española.