Cani tiene esta tarde cita con el médico para que le sea retirada la escayola que se le puso cuando fue operado de la doble fractura del tabique nasal con rotura de los huesos propios de la nariz tras el codazo que le propinó Del Horno el sábado. El Niño mantiene la ilusión de poder jugar ante el Sevilla, algo que no se presenta factible y que en todo caso tendría que hacer con una máscara protectora, para la que hoy se le tomarán medidas en la ortopedia y mañana ya estará lista para que pueda entrenarse con el resto de sus compañeros.

A partir de ese momento se podrán empezar a calibrar si aumentan las reducidas posibilidades que tiene de jugar. Lo fundamental es que se encuentre cómodo con la máscara --como mínimo tendrá que entrenarse dos semanas con ella--, algo que no es fácil, pero también que pueda superar el miedo psicológico a que la zona lesionada se vea de nuevo afectada. Con esa protección no hay problema en los entrenamientos, pero jugar partidos se hace más duro, ya que reduce la visibilidad y cualquier golpe puede hacer que se muevan las fijaciones de velcro con las que se sujeta a la cara.

Problemas de visión

Un buen ejemplo para Cani puede ser Puyol, que jugó cinco partidos en febrero con esa protección por una fractura del pómulo izquierdo tras un choque con el jugador del Levante Congo. "A mí me resultó muy incómoda, tenía problemas de visión y me costó muchísimo adaptarme a ella", aseguró ayer el barcelonista, cuya protección era diferente --al ser distinta la zona lesionada-- a la que deberá llevar el Niño, además de que su juego es de mucho más contacto que el del zaragocista, más dado a conducir el balón que a despejar o rematar de cabeza. "Entraba a jugar sin miedo a volverme a lesionar la zona. Cuando estás en el césped eso se te olvida y sabes que la máscara te protege", añadió Puyol.

Parecida fue la lesión de Prieto, futbolista del Athletic, al que un balonazo le rompió los huesos propios de la nariz el 23 de noviembre pasado ante el Celta. No necesitó de máscara para jugar y más de una vuelta liguera después, en el choque frente al Racing --una semana antes de medirse al Zaragoza el sábado--, otro balón en el rostro le volvió a reproducir la lesión. "Las dos veces tuve que entrenarme después con la escayola, pero pude jugar sin máscara, ya que no tenía ningún dolor. Lo de Cani es más grave, pero todo depende de cómo se vea. Para jugar debe sentirse seguro", aseguró Prieto, que no ha pasado por el quirófano, pero deberá hacerlo a final de curso, porque "aún respiro con dificultad".