En este manicomio de acontecimientos supersónicos, bochornosos, surrealitas y peligrosos que se suceden desde que Agapito Iglesias eligió a un grupo determinado de personas para venderles sus acciones, se está extendiendo un pulso civil y de propiedad inaudito y vergonzante. El último episodio, al que es posible que en el próximo cuarto de hora releve otro más ignominioso, presenta a Mariano Casasnovas huyendo de sus compañeros de viaje y de sus acciones por las amenazas verbales y escritas que ha recibido. La histeria colectiva, provocada en parte por la muy firme posibilidad de desaparición del Real Zaragoza y cómo se está jugando con él, es de tal dimensión que por encima de cualquier aspecto debe promocionarse el sentido común y el civismo. Las formas y el estilo de Casasnovas, comisionista declarado (el único), pueden gustar más o menos, pero en ningún caso justifican el salvajismo, la barbarie ni la invitación a la lapidación.

La teoría de la conspiración reina a sus anchas en una atmósfera de seria confrontación que afecta a hinchas y, por qué no decirlo, a medios de comunicación. En un estado de derecho y de libertad de expresión, cada cual puede manifestarse o informar como crea conveniente o le dicte su conciencia. Pese a todo, el clima es de una tensión irrespirable por el pánico a que el club acabe liquidado, y se ven fantasmas donde no los hay y no se perciben cuando van en manada. Habría que incidir, aunque sea de conocimiento popular, que esta situación está generada por la retorcida y ruinosa gestión de Agapito Iglesias, por nadie más, quien retoza con las cenizas de su incendio de ocho años. El pirómano, no tan lejos de la propiedad, azuza el fuego, que sigue afectando a todo lo que toca.

La elección del equipo de Javier Lasheras para ejecutar la compraventa no tuvo nada de fortuita, como tampoco resultó casual que se ninguneara la opción de Kadir Sheihk porque venía acompañado de gente honesta. Las estrategias de ambas candidaturas fueron un claro ejemplo de desatino. La primera porque se presentó, ya dueña de las acciones, sin una miga bajo el brazo, ni deportiva ni económica. Y la segunda porque se situó en la oposición tras el escudo de las redes sociales, un arma de comunicación muy atractiva que la puede cargar el diablo de las promesas etéreas.

El baile maldito de los fondos de inversión que no llegan, la falta de transparencia sobre sus auténticas intenciones, y el tiempo asfixiante de los pagos, han descompuesto y destruido a los empresarios aragoneses. Han sido víctimas de su ingravidez y, a su vez, de personajes que manejan similiares registros de intermediación sin lazo sentimental alguno y con nulo crédito negociador, caso de Fernando Gracia, experto dibujante de sueños árabes como descubrió Víctor Otal. Sin el jeque y con los mexicanos con capital inglés, estadounidense y chino esperando con poca fe a que las oraciones de aplazamientos de Lashreas y Gamón sean escuchadas por la Agencia Tributaria, salió ayer de su cuenta de Twitter Kadir Sheihk, héroe del pueblo. Justo a tiempo.

El empresario alemán de origen paquistaní tuvo una puesta en escena poco ortodoxa. Se dio a conocer a sus incondicionales con un talón de dos millones de euros, un par de garantías por valor de 25 millones y un DNI español. Los puso sobre la mesa e hizo circular a los periodistas delante de la documentación como si fueran policías forenses. Y se tiró un órdago fuera del guión de Láinez y Sainz, extrañados por la improvisada reacción: si hace falta pagar diez millones a Agapito, se pagan, pero ni una comisión Si ya tenía ganado al personal con su zaragocismo virtual, esa afirmación provocó el delirio de los seguidores que se encontraban en la sala. Ya no había duda de quién era el salvador, el auténtico inversor comprometido y con avales de verdad. La agitación acabó con una reunión a última hora de la tarde con parte de los nuevos dueños donde no acudieron Lasheras ni Gamón pero sí Casasnovas.

El despliegue de comunicados en la web del club, utilizada como pared de graffiti durante la mañana de hoy, ha resembrado el desconcierto y la tirantez. Luis Gamón ha escrito primero que solo contemplan la opción mexicana, y poca horas después ha reaparecido para anunciar la marcha de Casasnovas por las amenazas recibidas. Demasiadas emociones en el portal del club, excesivas convulsiones para un Real Zaragoza agonizante cuya imagen sufre deterioros irreparables a cada segundo que pasa. Mientras, Sheihk no tira la toalla sino que la agita como bandera sabedor de que existen demasiados obstáculos pero empeñado en responsabilizarse de los pagos a jugadores, LFP y Hacienda.

En este ajedrez de muchas sombras y pocas luces no conviene posicionarse, sobre todo porque la mayoría de las fichas las mueve la antorcha incombustible de Agapito. No obstante, sobresale un matiz que desnivela la balanza hacia la credibilidad --palabra mágica-- de los propietarios y de los aspirantes. Sin lanzarse al vacío de las simpatías, donde Sheihk vence por goleada y en parte con razones concedidas por su 'rival', la apuesta del alemán debería tomarse muy en serio. No por su fiabilidad, aún en estudio, sino por la que destilan personas del calibre humano y zaragocista de Javier Láinez y Nayim, pilares del proyecto.

El exdirectivo, además de la consistencia que le otorgan Fernando Sainz y Sixto Genzor, otros gladiadores de la verdad, ha trabajado durante años de forma altruista y sumando más disgustos que alegrías. Así ha reunido una poderosa información sobre los movimientos que han dado con los huesos de Agapito en la Ciudad de la Justicia. Ese empuje desinteresado para desenmascarar al ex máximo accionista han tenido su fruto pese a que, por el momento, lo saboreen otros. Es muy complicado patrocinar dudas de alguien que se ha empleado en la lucha por puro zaragocismo y a quien ni siquiera Sheihk, aunque lo pretendiera, podría engañar. El dinero del alemán existe porque lo dice Láinez y punto. Que Nayim, ejemplo de honradez, compromiso y profesionalidad quiera liderar el futuro renacimiento, es un favor del destino al que no se puede renunciar.

Cegados por esta tormenta de ascuas del agapitismo, desorientados y sin duda huérfanos, la unidad, el respeto por el adversario y el bien común son los pasos de obligado cumplimiento para que este Real Zaragoza evite el acantilado hacia el que le empujan los vientos de guerras absurdas. Lasheras ha perdido sin derrota y Sheihk no ha ganado. En ese punto muerto de muerte inmediata, el instinto de supervivencia prevalece. Javier Láinez lo tiene.