Miércoles. Quedan dos días para que las motos comiencen a rodar en Motorland un año más. En el bar Capuchinos, aunque acompañados, aparecen dos comensales de lujo: Álex y Marc Márquez. Venían de pescar un siluro de 50 kilos en Mequinenza y pararon a reponer fuerzas antes del fin de semana.

Javier Valero, su propietario, reconoce que la posibilidad de perder algunos años el Mundial de MotoGP «afectará», pero de una forma más global. No sería solo que las carreras se celebrasen cada dos años, «porque al final es un momento puntual», es también «toda la publicidad que se le da a Alcañiz», algo que atrae visitantes, turistas y un flujo más constante de personas para el resto del año, lo cual repercute positivamente en todos los servicios de la ciudad y su zona.

El bar Capuchinos no está lejos del centro ni de las principales zonas de reunión de los miles y miles de motoristas que viven en Alcañiz un fin de semana en su salsa. De hecho, está muy cerca de la zona con más actividad de la población turolense, por lo que es un gran beneficiado de la presencia del Mundial.

«Trabajamos dando comidas, cenas y desayunos. Desde las 9 de la tarde en adelante se va a llenar», comenta justo antes de comenzar con las cenas.

Y eso que es viernes. El día que más facturación logra es el sábado. En sus propias palabras, «es una locura», ya que hay muchos seguidores que llegan ese día por haber trabajado y porque es el preámbulo del día grande, el domingo de las carreras. De hecho, el sábado, en cuanto a hacer caja, «no hay nada comparable», ni en Semana Santa ni en fiestas patronales.