Ni el entrenador ni los jugadores han sido capaces de extraer alguna conclusión positiva del partido ante el Real Madrid. No se hallaron explicaciones en caliente. En frío, el análisis no mejoró. Nadie buscó excusas, ni Aguirre, incapaz de argumentar una explicación, buena o mala. Las horas solo contribuyeron a aumentar la sensación de desazón, unida a la lógica preocupación que deja la realidad de una plantilla que, otra vez, es peor que la anterior. Y la última, no hay que olvidarlo, ya era peor que la anterior. Y así...

El encuentro dejó una herida profunda que Aguirre está obligado a intentar que cicatrice lo antes posible. De momento, no sabe qué decir. Le echó una mano su amigo Mourinho, siempre anteponiendo intereses personales: "El entrenador del Zaragoza se vio con dificultades. Mateos, Juan Carlos, Micael y Braulio son jugadores importantes. Si a mí me sacas cuatro jugadores fundamentales, tengo problemas... Imagínate el entrenador del Zaragoza", dijo tras el choque el portugués amiguísimo de Mendes.

LOS DESCONOCIDOS La plantilla preferiría que hubiese Liga el próximo fin de semana para que el 0-6 no martilleara durante 15 días. El calendario, por otra parte, se puede entender que ayuda al dar una semana extra de preparación. Es un tiempo que Aguirre necesita para empezar a construir algo parecido a un equipo. Si algo está claro es que el grupo que apareció en el estreno en La Romareda parecía más una reunión de desconocidos que un equipo profesional de fútbol. Eran, en cualquier caso, once hombres que nunca habían jugado antes juntos. Algunos ni siquiera se habían puesto la camiseta del Zaragoza anteriormente.

La consecuencia fue el cataclismo, a lo que contribuyó evidentemente el rodillo madridista. Ni individual ni colectivamente está el Zaragoza preparado para competir con el grupo de Mou. Hay algo peor, las señales de incapacidad que manifestó. Se percibieron algunos síntomas graves en el aspecto global, como la descoordinación defensiva, con desajustes personales y lineales inconcebibles y una lentitud exasperante. Además, mostró su conocido fútbol insustancial en el centro del campo y la consecuente agonía en ataque.

Fue un equipo malo, nada nuevo. Pero, además, fue un conjunto sin compromiso ni fe. Ya se conocía su incapacidad para elaborar en el centro del campo, y se sabe que necesita gol, al menos peligro, arriba. Aun así, lo peor fue la defensa. Tuvo errores gruesos en el posicionamiento, en el repliegue, en la salida, en el desplazamiento... Pero sobre todo se vio una línea sin energía y sin velocidad, algo difícilmente solucionable con los futbolistas que tiene Aguirre en la plantilla. El ejemplo perfecto es Juárez, un futbolista que muestra repetidamente un nivel muy bajo. Parecería, de hecho, que nunca hubiese jugado de lateral. Ante el Madrid mostró un repertorio inmenso de errores tácticos. Salía a presionar cuando no debía, reculaba en momentos inadecuados, tiraba la línea tarde... El técnico es el que ha confiado en él, pero tendrá complicado explicar su llegada si su reacción no es inmediata.

LENTITUD El desastre se extendió al centro de la defensa, donde se juntaron dos futbolistas pesados, con cintura de cemento. No hay nada que descubrir sobre Da Silva, y habrá que ver hasta dónde llega Meira, que es un buen futbolista pero se encuentra en el ocaso de su carrera. De su honestidad, compromiso y entusiasmo dependerá buena parte del arreglo. Luego queda Mateos, que puede caber. Con él no se ganará mucho en velocidad, pero sí en fútbol. Tiene sentido del juego, anticipación, buena salida del balón y es capaz de tomar decisiones. Parece un jugador hecho, aunque le falta dejar de lado ese punto de tibieza, quizá candidez, que no encaja en Primera.

Zuculini, con el balón en los pies, no tiene más. Es lo que se ve. Así que por ahí tiene poco arreglo el Zaragoza. Mucho más, desde luego, puede aportar Ruben Micael, aunque no es un aglutinador de juego, más bien un hombre de tres cuartos de cancha hacia delante, con un buen último pase y llegada. A su derecha, Barrera también puede y debe ayudar. Tiene talento y será importante si es capaz de desencogerse y no mostrar su lado más pusilánime. También debe servir Juan Carlos. Solo corre en su contra la inexperiencia, pero es un zurdo descarado, vertical y con buen disparo. Al fondo aparecen Abraham, que tiene buena pierna pero no está para coger galones, y Edu Oriol, una incógnita que, de momento, solo ha enseñado fuegos de artificio.