—El Real Zaragoza supone para usted su primera experiencia en el fútbol profesional tras muchos años en la cantera del Madrid. ¿Cómo está llevando la adaptación a su nuevo club?

—Bien, estoy muy contento, ya llevo aquí tres meses y me voy a adaptando, porque llevaba ocho años en la cantera del Real Madrid y era muy nuevo salir a un equipo como el Zaragoza, con todo lo que implica un club así. Venía de un filial y no había tanta presión. Sobre todo te llama la atención que es una entidad muy profesional en todos los aspectos, que la afición en la calle y en las gradas lo vive mucho, que hay mucha prensa, mucho seguimiento y que el club tiene los objetivos muy claros.

—¿Esa mayor presión que implica el Zaragoza también la buscó al aceptar la cesión aquí?

—Me gusta la presión y tengo personalidad y carácter para llevarla. Esa mayor presión me puede venir bien.

—El Almería de Luis Miguel Ramis insistió mucho en usted en verano y él no es cualquier entrenador en su carrera...

—He tenido grandes entrenadores y mis mejores momentos hasta venir aquí fueron con él. Le tengo mucho cariño personalmente, tanto a él como a su segundo en el Castilla, a José (Manuel Gil), que ahora está en el Almería también con Ramis. Era una de las opciones claras y la otra era el Zaragoza.

—¿Quién le llamó más veces hasta que se concretó su fichaje, Ramis o Lalo Arantegui y Natxo?

—Hablé más con el segundo de Ramis que con él, porque tenía más confianza. Con Lalo hablé muchísimo y con Natxo dos o tres veces. Al final me decidí por venir aquí, creímos que era lo mejor para mi carrera deportiva.

—En el verano del 2016 el Zaragoza, entonces con Narcís Juliá como director deportivo, también estuvo interesado y usted quería ya dar el salto a Segunda División. ¿Qué pasó?

-—Es verdad que tenía alguna cosa en Segunda, pero entre el Madrid, mi agente y yo acordamos seguir un año más. El Zaragoza sí estaba ahí, pero no fue de los que más me llamó. No fue como en este pasado verano ese interés por mí, eso es evidente.

—Natxo González le está poniendo como mediapunta, pero usted ha jugado mucho como pivote en su carrera. ¿Dónde se siente más cómodo?

—Lo primero que quiero es jugar y, si estoy en el once de inicio, nunca tendré queja. Aunque sin estar, tampoco la tendré. El estar en el centro en la mediapunta o un poco más escorado me da lo mismo, ahora estoy en una posición de interior izquierda donde me siento bastante cómodo.

—Tristán Celador en la cantera del Madrid fue el primero que le puso de pivote, ¿no?

—Sí, así es. Y tuvimos nuestros más y nuestros menos por eso, porque al principio me costaba verme ahí. Es una posición donde entras más en contacto con el balón y tienes la oportunidad de participar más. Me adapté y después estuve muchos años jugando de mediocentro.

—Su principal virtud es la arrancada tras recibir el balón. Eso requiere espacio por delante y no jugar tan arriba.

—Sí, necesito metros, pero es que ahora estoy más atrasado en la parte izquierda y también tengo metros para correr.

—Salvo en la 15-16 y contando los de Youth League, cuando hizo 10, no marca muchos goles. ¿Es su asignatura pendiente?

—Es es la faceta que más me falta, el tener más gol, más llegada al área rival, Por eso de mediapunta me veo un poco menos. Sin embargo, eso tengo que ir cogiendo y aprendiendo.

—A un mediapunta se le pide eso, ser decisivo, marcar goles y dar asistencias.

—Y ese es el reto siguiente que me marco en el Zaragoza. En el juego estoy a buen nivel, pero tengo que ser decisivo, sin duda.

—El año pasado en Segunda B fue el jugador que más faltas recibió de su categoría. Y ahora le pasa lo mismo en Segunda. ¿Cómo lleva eso?

—Yo no me lo tomo como algo malo. Si te hacen falta quiere decir de una manera u otra que no pueden contigo, por eso te frenan así. No me molesta que los rivales me las hagan, es parte del juego y es el árbitro el que debe intervenir. A mí cuando me dan patadas nunca le diré nada al rival que me las da, me dirijo al colegiado porque es el que debe marcar la línea para frenar eso. Cada equipo puede hacer el juego que quiera, depende después del árbitro y del listón que ponga. El problema es si pone el listón alto y permite muchas, porque el árbitro debe proteger lo que es el fútbol de verdad.

—A Aurelio Gay, exentrenador y exjugador del Zaragoza, lo tuvo de técnico en el Real Madrid C. Asegura que le pedía que se fijara en Verratti...

—Aurelio es un pedazo de pan y un gran entrenador, uno de los años donde más exploté fue con él, porque me ayudó mucho. Cuando me pasaba de la línea y no trabajaba como él quería, me lo decía pronto. El me hablaba de Verratti, que me fijara en él, y claro que lo hago, es un gran jugador. Y en muchos otros.

—¿En quién se fija el que más? ¿Cuál es su ídolo actual?

—Para mí la referencia es Modric, por cómo juega y cómo distribuye en el medio.

—Cuando firmó su primer contrato con 16 años le quería el Barcelona y el Madrid. ¿Por qué se quedó en Madrid, Barcelona lo tenía más cerca de su casa de Almacellas, en Lérida?

—Sobre todo influyó que el que de verdad se interesó por mí era el Madrid. Y estaba muy a gusto ya en la ciudad, llevaba dos años allí, me veía adaptado. Al principio me había costado cuando llegué en Infantil, pero me sentía bien. Me tenían bien considerado y no tuve dudas. Y no me arrepiento, claro está.

—Llegar al primer equipo del Madrid desde la cantera no es fácil, aunque ahora están Carvajal, Nacho, Llorente, Achraf, Lucas Vázquez y Borja Mayoral. Y la complicación es mayor en jugadores ofensivos, como usted. ¿Cómo lo ve?

—Yo me marco desde pequeño el objetivo del día a día e ir subiendo escalones. Ahora quiero hacer las cosas bien en el Real Zaragoza en esta temporada y ayudar lo máximo posible al equipo en Segunda. Y después seguir derribando puertas. Si algún día llego a jugar en el Madrid será un orgullo y una satisfacción el cumplir ese sueño.

—Pero, ¿ese sueño de jugar en el Madrid es real?

—Es un sueño que está ahí, que existe, claro que sí. Yo quiero jugar en el Madrid. ¿A que niño no le gustaría jugar en ese club?

—De todas formas, el Real Madrid ha renovado su contrato tres veces desde que le hizo el primero. Eso es señal de confianza en usted.

—Es cierto. Siempre me han tratado muy bien, con muy buena disposición conmigo. Han demostrado confianza en mí y quiero devolver todo eso poco a poco.

—Antes hablaba de su personalidad. Los que le conocen bien dicen que se transforma en el campo, que es muy tímido fuera de él y muy competitivo dentro.

—Puede ser. Soy tímido hasta que cojo confianza, pero después soy bromista. Lo de ser tímido lo he llevado toda la vida conmigo, de pequeño agachaba la cabeza cuando me cruzaba con la gente o me hablaban. Es eso que hace que a veces la timidez se confunda con la mala educación, que no existía en mi caso. Estar en el Madrid, irme allí desde tan joven y realizar un cambio tan radical me ha ayudado a vencer esa timidez, pero lo que tengo muy claro es que en el campo no se puede tener. Si eres tímido los rivales y hasta los propios compañeros se te comen. Hay que tener carácter y personalidad en el césped. Y el fútbol, además, es mi vida, algo que me apasiona. Además, ese carácter y esa personalidad es lo que me ha hecho llegar hasta donde he llegado, hasta jugar en el Zaragoza, estoy convencido de que ha sido clave.

—¿A que le llevaba de pequeño ser tan competitivo?

—Bueno, a muchos disgustos. Yo estaba en mi pueblo o en la cantera del Lleida y perdía un partido y lloraba o me daba de cabezazos. Ahora no lloro pero me cuesta dormir y la cabeza no para de darme vueltas con el partido casi toda la noche. Día de encuentro significa no dormir. Por ejemplo, el otro día tras el partido con el Nástic, por todo lo sucedido.

—Mide 1,71 metros, una estatura baja para el fútbol. ¿Eso ha sido un hándicap para progresar en su carrera?

—Siempre lo ha sido, no dentro del campo, pero sí fuera. Era verme la gente y decir «este no puede ser futbolista con ese cuerpo y esa estatura». Pero entraba al césped y la gente cambiaba de opinión, veía que sí podía ser un buen jugador. He ido superando barreras. Además, el tren inferior fuerte, por así decirlo, compensa la estatura.

—No están teniendo suerte con los resultados en este inicio de Liga. ¿Hay más juego que puntos en el Zaragoza?

—La realidad es que llevamos cinco puntos, pero el equipo sigue trabajando, confiamos en lo que estamos haciendo, hay un grupo estupendo, un vestuario unido, y las victorias llegarán. Y si los resultados siguen sin llegar seguiremos confiando e inténtándolo hasta que no podamos más.

—¿Es muy complicado asimilar el libreto de Natxo González? Eso y una plantilla tan renovada requieren paciencia con tantos jugadores que han llegado en el pasado verano, ¿no?

—Es verdad que es un sistema nuevo, mecanismos nuevos y muchos jugadores que acabamos de llegar. Es un entrenador que potencia mucho los automatismos, al principio cuesta y a mí me costó en pretemporada coger el rol y soltarme. Cuando ya lo vas pillando te va marcando las pautas y todo va rodando poco a poco.

—Que haya jugado mucho es la mejor señal de que está contento con usted, pero ¿qué le dice el entrenador?

—En el vídeo me va marcando donde tengo que estar, si buscar un lado en vez de otro cuando recibo el balón y detalles tácticos. Son jugadas concretas, no ha hablado de más cosas conmigo.

—Tras muchos años de decepciones en este Zaragoza ya no se habla públicamente de ascenso a Primera, una meta que por historia y por afición o por necesidades económicas sí que es obligada. ¿Se habla en el vestuario de la necesidad de subir?

—Esa ilusión siempre existe. ¿Quién no sueña con ello? Sabemos que es difícil, somos un equipo joven en una categoría tan igualada como es esta Segunda y sabemos los puntos que llevamos ahora, pero confiamos en nosotros y en subir pasito a pasito. Confiamos en que eso pase para intentar al menos llegar al playoff. Lo que queremos todos es llegar lo más lejos posible, pero lo importante es pensar en el siguiente partido, en el Oviedo.

—¿Pesa más la camiseta del Zaragoza en Segunda que la de cualquier otro rival?

—Eso depende de cada uno. A mí no me pesa más, llevarla me motiva y me hace crecerme más en el campo.

—¿Cuáles son sus aficiones cuando está fuera del fútbol?

—Me gusta mucho el pádel en verano y al cine, que me apasiona, trato de ir una vez a la semana. Me considero una persona muy familiar, estar con los míos me encanta, empezando por mis padres, que han dado la vida por mi sueño. Es que sin ellos no estaría ahora mismo en el Zaragoza.

—Usted es catalán y su familia vive en Almacellas. ¿Cómo está viviendo lo que allí está sucediendo en los últimos meses y qué opina de la independencia?

—Intento estar un poco al margen de todo, pero mi novia, mi familia y mis amigos viven ahí y claro que estás un poco informado. Llevo nueve años con el actual viviendo fuera de Cataluña y a mí no me gustaría que se independizara porque me siento catalán y español. Cada uno es libre de opinar lo que quiera, pero en mi caso me siento tanto una cosa como la otra.