Terminó el entrenamiento afónico, con un hilo de voz. «No me suele quedar afónico habitualmente, espero que solo sea el aire acondicionado», explicó después. Lo cierto es que Idiakez no para ni un instante de dar instrucciones a sus jugadores, con una consigna clara en la apuesta por el balón, en la inteligencia a la hora de manejar el esférico, tanto en el momento de tenerlo como para recuperarlo. «No fallo un puto pase», les pidió a sus futbolistas en no pocas ocasiones. Entre la exigencia y los constantes mensajes de ánimo transcurrió la sesión en la Ciudad Deportiva.

A ella asistieron unos 80 aficionados, la mayoría niños y muchos de ellos pertenecientes a un campus de verano. Tras 45 minutos de trabajo físico a las órdenes del preparador físico Néstor Orozco, Imanol Idiakez tomó el mando de la sesión. Dividió a su plantilla en cuatro rondos en un ejercicio con balón donde se trataba de jugar con la pierna menos buena de cada futbolista. «Siempre puedo mejorar un poco, depende de mí mejorar», les interpelaba con fuerza Imanol, que no paró un instante de dar ánimos e intrucciones a sus jugadores.

«El espacio me lo genero yo, tengo que saber todo, muevo la cabeza y me informo», era la instrucción antes de recibir el balón. La repitió no menos de 10 veces, con la insistencia también en buscar las mejores líneas de pase. Tras 20 minutos con ese ejercicio, el técnico incorporó a los tres guardametas, Cristian Álvarez, Ratón y Sergio García, que habían estado trabajando desde el inicio de la sesión bajo la tutela de Mikel Insausti, el preparador de porteros del Zaragoza.

En la última parte de la sesión, de una hora y 45 minutos de duración total, la voz del míster ya daba señales de agotamiento. Ordenó un partidillo en espacios reducidos, bajo la tutela de Mario Gibanel, segundo entrenador y mucho más discreto en sus órdenes que Idiakez, y Orozco, mientras que el primer entrenador se quedaba con un grupo de unos ocho jugadores, que iban cambiando, para hacer un rondo.

Él era el encargado de iniciar el rondo. «Perdón, vaya mierda de pase», le dijo a Sergio García cuando le envió el balón para que empezara la actividad entre la media sonrisa de alguno de sus futbolistas. «No puedo regalar un balón», les insistía en el ejercicio, con ánimos para Verdasca, para Pombo, para Soro, para Buff, muy intenso toda la sesión... Bueno, la realidad es que los ánimos eran para todos.

«Como perros, sin la pelota hay que sufrir», fue otra de sus consignas más recurrentes durante el trabajo matutino mientras la sesión, ya con la atenta mirada de Lalo Arantegui y José Mari Barba, director deportivo y secretario técnico, tocaba a su fin. Hubo tiempo, tras los estiramientos, de hacerse un buen número de fotos con los jóvenes aficionados que acudieron a la Ciudad Deportiva en una mañana donde Imanol Idiakez no quiso que sus jugadores perdieran «un puto balón», aunque a él si se le extravió la voz.