<b>—Hábleme de Argentina, de esta Argentina.. ¿Suscribe la teoría de que se trata de Messi y diez más?</b>

—Sí, seguro. En cualquier equipo en el que esté Messi, son Messi y diez más. Pero tampoco son un desastre los que están a su lado. Son buenos. El problema es que como Messi no hay once. No hay ni dos. Siempre serán Messi y diez más.

—¿Qué opina del fútbol de hoy?

—No ha cambiado tanto. No ha pasado mucho tiempo… bueno, 15 años. Lo veo más rápido.

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—¿Y más físico?</b>

—No tanto. Antes yo me tenía que pelear más de lo que se tienen que pelear estos pibes. Si entendemos por físico más velocidad, puede ser. En contacto físico no tiene nada que ver, aquel era más de choque, de pelear, ahora la pelota circula con más rapidez y los chicos son más rápidos.

<b>—A Argentina se le pide ser campeón ¿Es injusto, es lógico, es comprensible?</b>

—Hablamos desde la pasión, y un análisis desde la pasión no puede ser bueno. Queremos que salgan campeones. Objetivamente puede suceder, como puede que no, y tendríamos que bajar las pretensiones. Que estén en la semifinal por lo menos.

<b>—Pero llevan disputadas tres finales seguidas.</b>

—Pasa algo raro con el equipo, porque no recibe la consideración que se merece. Parece como que es un equipo perdedor y lo cierto es que perdió dos finales por penaltis. Yo no me animaría a tildarlos de perdedores, sino todo lo contrario.

—La opinión pública, en cambio, les ha azotado mucho.

—Sí, los masacraron. La culpa es de los jugadores, que crearon expectativas. Se confió mucho en ellos porque se ve que en sus clubs la rompen. Ven a Messi con el Barcelona, ven al Kun con el City y se espera que lo hagan con Argentina.

—La suma de uno a uno no da once.

—Exacto. El fútbol no es así. La presión procede por ese lado.

—Quizá el mal procede de tanto cambio de seleccionador.

—En el fútbol argentino se ha vivido algo que no debería haber pasado. Hasta que no llegó la nueva dirigencia había mucho caos, faltaba organización. Le tendremos que dar tiempo a ver si cambian todo eso, pero los argentinos no nos distinguimos por ser organizados ni estables.

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—¿Por qué una figura como usted no está vinculada al fútbol?</b>

—No quiero. Solo como comentarista. Me atrae pero solo si fuera algo estable, y eso no existe en Argentina. Tendría que salir fuera y no tengo ganas de moverme.

<b>—Practica polo y golf, dos deportes que no tienen nada que ver con el fútbol.

</b>— Siempre me gustaron. Quisiera correr y jugar a fútbol, pero no puedo. Como tengo los tobillos rotos, el golf no me demanda mucho esfuerzo y juego a polo porque me divierte y me gustan los caballos.

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—A propósito, ¿es verdad que confesó que le pidió al médico que le cortara las piernas?</b>

—Sí, así fue. De los dolores que sentía. No voy a repetirlo nunca más. Mi mujer me retó a que no lo volviera a decir, que dejara de dar lástima.

<b>—¿Compararía la presión del golf con la del fútbol?</b>

—Yo siento más presión en el golf porque no sé. No tengo el control de ese deporte.

<b>—Sí lo tiene. Todo depende de usted.</b>

—La presión del fútbol la sabía manejar. En el golf puedo dar un gran golpe como otro desastroso y eso siempre te da miedo.

—¿Se lo pasó bien en el fútbol?

—Sí. Estoy contento de la experiencia que viví. Pude asegurarme un futuro y la verdad es que poco más. No tuve una vida de superheroe.