Alfonso Juez se conoce al dedillo las montañas de los cinco continentes. Pero si le dan a elegir una no escoge el Everest, el peligroso Annapurna, el bello Cervino o el masificado Aneto. El recientemente nombrado coronel director de la Escuela Militar de Alta Montaña y Operaciones Especiales de Jaca se queda más cerca de su casa. No tiene más que asomarse a la ventana del edificio donde trabaja en Candanchú para contemplar su pico preferido. "A veces uno está cansado de mirar por la ventana que tengo delante y veo el Aspe. Es una montaña muy bonita", explica.

Este burgalés de 52 años ya es un montañés más. Lleva media vida viviendo en la capital de la Jacetania. "La gente de esta localidad es muy abierta. No tiene nada que ver con el concepto cerrado que se tiene del montañés", explica.

Llegó al Pirineo aragonés en el año 82 y no se ha vuelta a ir de la perla del Pirineo. "He cambiado de destino, pero siempre he podido regresar. Me encuentro muy a gusto aquí. He ido a hacer cursos fuera de casa y esperaba que llegara el fin de semana para salir corriendo porque tenía mono de Jaca. Parece que me faltaba un poco el oxígeno", confiesa el militar castellano.

Sus inicios en el mundo de la montaña fueron en Burgos. Allí practicaba espeleología. "Había mucha afición en los sesenta. Atapuerca y Ojo Guareña me lo conozco muy bien. Hacía espeleología de una forma no muy segura", explica.

Juez es uno de los himalayistas más importante del panorama español, aunque el trabajo le ha apartado de su gran pasión por ascender a las montañas más altas de la Tierra. Tiene en su currículum dos ochomiles, el Everest en el 92 por el Pilar Sur y el Hidden Peak el año 96. También estuvo en una expedición al Nanga Parbat, "Pero me retiré a más de 7.000 metros por falta de aclimatación", dice.

El año pasado el Grupo de Militar de Alta Montaña cumplió 20 años de aventuras. En el futuro tiene claros sus objetivos. "Queremos realizar la ascensión al K-2 y terminar el proyecto de las siete cumbres de los continentes con la Pirámide de Karstenz (Oceanía)". El año que viene está previsto subir el Gasherbrum II con Mayencos de Jaca.

La conquista más sonora en su palmarés fue el ascenso al Everest en el año 92. "Lo intentamos tres años antes por la cara norte y nos quedamos en los 8.500 metros. Había muchísima nieve. Después atacamos por el Nepal, por la Vía de los Polacos (Pilar Sur). No valoro tanto el logro personal como al institucional al conmemorarse los 500 años del descubrimiento de América", explica el militar.

El Everest

Muchas veces le han preguntado qué sintió cuando llegó a la cumbre junto a Francisco Gan y Ramón Portilla. "Es difícil de contestar. Disfrutas cuando has bajado ya y estás relajado en el campamento base. Personalmente es un cúmulo de sentimientos. El paisaje es lo de menos", dice el burgalés.

El himalayismo ha evolucionado mucho desde que Juez llegó a Jaca hace 23 años. "El montañismo tiene una trayectoria muy lógica y la gente cada vez se especializa más". Juez critica la masificación en el Himalaya. "Entiendo que debe haber un control, de lo contrario nos cargamos la montaña. Pero tiene que haber cabida para todos. He estado en la cara sur del Everest e igual había 300 personas en el año 92. La masificación no es buena y debe haber un control para que no nos carguemos la naturaleza", afirma.

El momento que nunca olvidará fue su ataque al Hidden Peak en el año 96. "Volví a nacer. Se mató el teniente Manuel Álvarez una vez que hicimos cumbre. Se rompieron las cuerdas y estuvimos esperando a 7.000 metros seis días a que se nos pudiera ayudar en medio de la tormenta", recuerda.

Cuando los montañeros se van al Himalaya, nunca piensan enfrentarse cara a cara con la muerte. Los que peor lo pasan son sus familias. "Dicen que los alpinistas somos unos grandes egoístas y a veces jugamos con demasiados riesgos. No pensamos que podemos dejar tras nosotros los hijos, la familia, los amistades...".