El Kahn más comedido y discreto aterrizó ayer en Madrid. Al aluvión de críticas que le cayó por su tremenda pifia en el Olímpico de Múnich --la albóndiga del año lo bautizaron en Alemania--, el polémico portero del Bayern ha respondido con la máxima concentración en su trabajo y un mayor acercamiento a sus compañeros, de los que vivía prácticamente aislado. Un giro hacia la humildad, virtud que no ha adornado hasta ahora su manera de ser.

No pudo evitar, sin embargo, un arranque de soberbia después de los ácidos reproches que recibió por su fallo. "Si hace falta, en Madrid ganaré yo solo", declaró al día siguiente. Cinco fechas más tarde, y después del respaldo recibido por parte de la afición del Bayern en el partido contra el Wolfsburgo, Oliver Kahn (34 años) ofreció la cara solidaria que nunca había dejado entrever. "El error contra el Madrid me ha abierto los ojos. Debo acercarme más al equipo. Como portero, estoy demasiado concentrado en mí mismo. Tal vez he sido demasiado extremo", afirmó.

Una actitud sensata que también le ha llevado a mantener la boca cerrada ante los duros ataques de ilustres exjugadores del Bayern como Lothar Mathäus y Stefan Effenberg. El primero, ahora seleccionador de Hungría, se despachó diciendo de él: "No volverá a tener paz. En los últimos años él ha criticado a sus compañeros y ninguno lo ha olvidado. Después de su fallo, nadie acudió a consolarle". Para el segundo, Kahn ha empezado a envejecer: "Está menos seguro en los balones fáciles y desde la Copa del Mundo ha perdido muchas de sus aptitudes, sobre todo la concentración".

Otros, como su antecesor en la selección alemana, Harald Toni Schumacher, fueron más allá y buscaron explicaciones ajenas al fútbol. "Todo lo que le rodea convierte su vida en un circo. Por eso le ocurre lo que le ocurre", dijo el exguardameta. El Bild Zeitung , el diario de mayor difusión en Alemania, relacionó la crisis deportiva de Kahn con su inestable situación sentimental, a raíz de que su esposa, Simone, forzara el divorcio tras descubrir sus infidelidades.

Su respuesta ha sido bajo los palos, con dos grandes actuaciones ante el Wolfsburgo y el Leverkusen en las dos últimas jornadas de la Bundesliga. Todos vuelven a confiar en él. "No piensa en lo de Múnich. Da la sensación de estar muy relajado. Está seguro de sí mismo y se ha recuperado plenamente", afirmó ayer Roy Makaay.

"Está OK. Es un jugador que busca estos desafíos y le gusta rendir a tope en estas situaciones", comentó su técnico, Ottmar Hitzfeld. Ayer llegó a Madrid sonriente. Aguantó el acoso de las decenas de cámaras y fotógrafos que le siguieron e, incluso, firmó un autógrafo a un joven aficionado.