Dice Jorge Pombo que él se ve igual, en el fútbol y en el campo. Que no está más fino, que está como siempre, ligerito para explotar su potencia. Habrá que creer sus palabras, pero desde fuera parece bien otro. El chico anárquico del que echó mano César Láinez hace un par de temporadas para salvar al equipo del descenso es hoy un hombre. Más serio, más recto, más concentrado en los entrenamientos, atento incluso a las fotos con los aficionados, a llamar a tal o cual compañero para que acuda donde haga falta. En el fútbol a eso se le llaman galones. Los tiene en su manera de comportarse, también en el juego. Se le nota en cada toque de balón, en la suficiencia con la que lo protege, en la tranquilidad con la que golpea a gol.

Hay un Pombo nuevo en este Zaragoza que hoy está romo en ataque, sin fichaje estrella al que agarrarse ni compañía adecuada. No está Borja ya, bien se sabe, y se fue Vinícius. Tampoco ha llegado aún Toquero, en casa con muletas tras ser sometido a una artroscopia en la rodilla. Por no estar no está ni Papu, el más ofensivo de los centrocampistas. Baselga y Raí, bien los dos, son los que cubren sus papeles en Boltaña, donde destaca sobremanera Jorge Pombo, al que este año Idiakez quiere bien cerca del gol. «Donde el míster me ponga trataré de hacerlo lo mejor posible, pero él me ha dicho que me quiere en ataque. Quiere que marque goles y que sea importante para el equipo», admitió ayer.

Es la tercera vez que Pombo realiza una pretemporada con el primer equipo en Boltaña. En la primera de ellas era jugador del filial a todos los efectos, aunque acabó teniendo peso en la salvación del equipo. La pasada campaña le sirvió para asentarse en el fútbol profesional. Hoy, rodeado de los chavales de la cantera, parece un futbolista de poso. «Es el tercer año en el primer equipo y sí me siento veterano, aunque por la edad no lo sea tanto», dice el jugador, que admite que tiene «más jerarquía» en el grupo, pero matiza que están los capitanes «para mandar más que yo».

Ha crecido, no cabe duda. El año pasado hizo un máster en fútbol. Jugó una gran pretemporada, pero en las primeras jornadas se fue cayendo del equipo hasta pasar incluso algunas semanas en la grada. Volvió poco a poco en diferentes posiciones, hasta que encontró su sitio cerca del delantero, donde se convirtió en un fijo y marcó cinco estupendos goles. «El fútbol son etapas. Nadie me asegura que este año no me pueda pasar lo mismo de la pasada temporada. Hay que mirar hacia delante, confiar en uno mismo y tirar para arriba», reflexiona mientras mira de reojo al comienzo de Liga, a vuelta de un mes. Por eso admite que están pendientes de la evolución de los lesionados para tratar de llegar al principio «con fuerza».

No cabe duda de que, si no media desgracia física, Pombo será uno de los líderes del Zaragoza este año en el campo. Se ha preparado, se le ve más afilado, más fresco, todavía más potente, aunque él pide los números de la balanza para demostrar que está tal cual. «Siempre he estado igual. Ya llevo varios años encontrándome muy bien físicamente. No creo que esté más fino que el año pasado», asegura antes de admitir sus claves del verano: «He trabajado este verano para llegar en las mejores condiciones, pero por hacer un poco de ejercicio cada día no pasa nada».