A falta de alegrías deportivas, de ilusiones de futuro o de objetivos a corto plazo, al madridismo no le queda otra que dejarse embaucar por la fastuosidad que rodea todo lo que tiene que ver con el nuevo Santiago Bernabéu, a la espera de ver cómo luce el armazón de acero con el que se cubrirá el estadio. «La próxima semana firmaremos el contrato de financiación de las obras para comenzar a final de temporada», anunció el presidente Florentino Pérez.

La presentación de la reforma del Bernabéu tuvo honores de galáctico, con lleno en el palco de honor del estadio y multitud de autoridades, entre las que Florentino tuvo algún problema con el nombre de la portavoz de Ahora Madrid en el Ayuntamiento, Rita Maestre, a la que apellidó en un lapsus como Mestre. «Es el inicio de una auténtica innovación arquitectónica», aseguró el presidente blanco entre promesas de vanguardia, adelantos tecnológicos y ofertas de ocio innovadoras.

El Madrid va a invertir más de 500 millones de euros en el nuevo estadio, de los que dispone mediante una línea de crédito con condiciones favorables que, según detalló Florentino Pérez en la junta de accionistas en la que se aprobó el proyecto, no le costará al club más de 25 millones de euros al año. Pese a todo, se antoja un coste muy elevado para una reforma que, según Florentino Pérez, es «el gran proyecto de futuro del Madrid». El techo retráctil y el envoltorio metálico que le dará al estadio su nuevo aspecto son los aspectos más determinantes del cambio, en el que desaparecerán las características cuatro torres que flanquean el estadio, durante los cuatro años que durarán las obras, hasta 2023, en momentos que no afecten a los partidos del equipo.

Desde el Ayuntamiento, Manuela Carmena, defendió el papel de los clubs de fútbol madrileño en la ciudad. «Tenemos que ayudarles en todo lo que podamos», comentó la alcaldesa antes de defender el plan urbanístico aprobado.