En un mes el Real Zaragoza ha tenido que rehacer la plantilla a contrarreloj. Ha sido tanto el volumen de trabajo que ha habido fichajes en cascada y un carrusel incesante de desvinculaciones, con sus dificultades adheridas por la obligatoriedad de alcanzar acuerdos económicos para hacer espacio a los nuevos. Por el riesgo implícito de la apuesta, la SAD ha buscado en todo momento un portero para complementar a Whalley, hombre de grandes condiciones, tranquilo, de mirada telemétrica, nada palomitero y con futuro. Por esa juventud, el club se ha afanado en contratar a un guardameta que hiciera de contrapunto al canterano: veterano y con años bajo palos. A ese perfil respondían Casto, Toño y Julio César, el último que ha estado a punto y que se ha bajado del barco con el acuerdo casi culminado.

Al final, si no ocurre nada que no esté previsto, el Real Zaragoza conseguirá la cesión de Yassine Bounou, un portero marroquí que pertenece al Atlético de Madrid, en cuyo filial brilló el año pasado. Es internacional, de buenas condiciones pero solo tiene 23 años. Así que no responde al patrón de hombre experto que ha estado persiguiendo el club. El trasfondo real de todo no ha cambiado. La nula fe en Alcolea.