Con oficio, sabiendo ganar cuando tocaba, el Casademont dio un primer paso, firme, en la eliminatoria de octavos de final de la Champions. Superó al Lietkabelis (76-67) y mantiene intacto el factor cancha. Ahora tendrá dos oportunidades para lograr la victoria que le falta para superar esta primera serie al mejor de tres. Eso sí, lograrlo en Lituania le exigirá otra buena actuación porque el Lietkabelis demostró ser un equipo corto pero que sabe explotar sus recursos y con capacidad para intensificar su defensa.

El conjunto de Fisac exhibió de nuevo la que, acaso, es su mejor virtud: entender cada partido, sus circunstancias, y saber ganarlo sea cual sea su desarrollo. Volvió a hacerlo frente a un buen rival, con nueve jugadores, eso sí, pero con recursos por fuera, buenos tiradores e intensidad atrás. El tanteo duró la primera parte, en la que hubo intercambio de golpes, demasiados triples lituanos, en la que ambos fueron conociéndose sobre el terreno, explorándose, estudiándose sobre la marcha. Empates, alternancias, ventajas cortas y breves dejaron unos primeros veinte minutos dinámicos y rápidos.

En la segunda parte los jugadores del Casademont ya tenían toda la información de primera mano necesaria y se pusieron manos a la obra. El equipo de Fisac se puso a defender y a trabajarse poco a poco su ventaja. Por ejemplo, Sakic hizo 10 puntos en la primera parte y acabó con 18 al final de la noche. Todo partido tiene su momento y gana el que sabe aprovecharlo. El Casademont tuvo dos, al principio y al final del tercer cuarto, en los que cimentó su ventaja. Dejó al rival en diez puntos en ese periodo y superó los diez puntos de ventaja.

EL MOMENTO DE BRUSSINO / Lo hizo, de nuevo, con muchos jugadores aportando. Brilló la calidad de Seeley, volvió a sobresalir Radovic, sumó Ennis, tuvo buenos minutos Benzing. Pero acaso el más sólido, el más completo, fue Nico Brussino. El argentino lleva ya unas cuantas jornadas completamente consolidado y es un jugador todoterreno. Anota, rebotea, roba balones, asiste. Ayer fue el mejor en esta última faceta con 4 asistencias. Así, con la suma de muchos factores, el Casademont tomó las riendas del partido para no soltarlas ya en ningún momento.

La victoria ya no peligró hasta el final, no dio esa sensación, pero tampoco dio el zarpazo definitivo el equipo aragonés. Puede verse como una virtud, sin estar redondo, sin un juego al 100% de su capacidad, el Casademont también gana sin sufrir en exceso porque sabe hacer como nadie que sus virtudes tapen sus defectos. El equipo zaragozano ganó en defensa, donde sí hizo un trabajo bastante completo durante toda la segunda parte, lo que le permitió no estar del todo certero en ataque.

Porque en los últimos diez minutos el Casademont se precipitó un tanto en ataque, con acciones antes de tiempo que no eran la mejor opción. Para colmo, los árbitros se enredaron con algunas decisiones de difícil explicación y encendieron a la grada. Uno de los damnificados fue Aitor Etxeguren, que salió en el último minuto y se llevó dos faltas señaladas. La salida del canterano, que ocupó el sitio de Vázquez en la convocatoria, y de Krejci, fue una buena muestra de que el partido ya estaba decidido. La grada volvió a divertirse y a celebrar el triunfo porque este es especialmente importante. El Casademont está a una victoria de cuartos.