En el grupo III de División de Honor juvenil imperan los equipos de mayor autoridad en el panorama futbolístico español. Es en la geografía mediterránea donde se concentran un cúmulo de clubs poseedores de un excelso potencial (Barça, Espanyol, Zaragoza...). Muchas de las futuras estrellas del balompié se cuecen a fuego lento por estos campos de hierba artificial. Entre el exacerbado poderío que impera en este grupo ha emergido una sorpresa mayúscula en este inicio de Liga. Un recién ascendido como El Olivar ha conseguido abrirse paso hacia la cima, ante la mirada atónita de sus contrincantes. Con una plantilla con catorce altas, cuatro de ellas procedentes del Real Zaragoza.

Esa extraordinaria capacidad competitiva tiene su matriz en Rafael Gracia y su cuerpo técnico, formado por Nacho Campos y Nacho Leal. Juntos han conseguido implantar un modelo de juego competitivo que tiene como principal misión alcanzar los 32 puntos estimados para certificar la permanencia. «Solo pensamos en la salvación, si nos queda tiempo y fuerzas para llegar a lo alto será bienvenido. Pero los chicos se merecen poder disfrutar de este liderato», asevera el preparador zaragozano. Una meta fijada con serenidad, pero los argumentos de El Olivar sobre el césped hacen ver que ese objetivo se puede certificar con una celeridad inesperada.

El mérito de un grupo de brega incesante, un espíritu batallador que se ha establecido como principal patrón ideológico. Todos son uno, cada jugador entiende su rol y lo cumple hasta el minuto final. Para Rafael Gracia, el equipo entrena a un alto nivel y demuestra que «pese a tener menos nivel que otros equipos, está haciendo gala de una ilusión que, hasta ahora, no he visto a ninguna otra plantilla».

El Olivar no pierde en casa desde mayo del 2016. Es en su condición de local donde logran culminar su fútbol intenso, de solidaridad y precisión: «El año pasado defendíamos con la pelota, lo que nos permitía ser más ofensivos. Este año tenemos mucho menos el balón, con lo que tenemos que defender de forma posicional». Una defensa tenaz, ya que tan solo han encajado cuatro goles en contra, con un estilo pragmático basado en rentabilizar al máximo los goles anotados. Paco Rúa, director técnico de El Olivar, explica que «cuando confeccionamos la plantilla teníamos claro que no íbamos a tener la posesión. Debíamos montar un equipo para defender sin el balón, todo lo contrario de lo que fuimos el año pasado. El éxito es que los jugadores crean con fe en lo que están haciendo. Que se esfuercen para ser futbolistas».

El club zaragozano está sumergido en una línea ascendente originada por la mejora de sus instalaciones, el entrenamiento bajo una metodología de trabajo sistemática y la alta capacidad de sus técnicos: «Se ha creído en un proyecto al que se le lleva dando forma con el paso de los años», explica. El Olivar vive uno de sus momentos más brillantes. Están acariciando el cielo, por encima de muchos equipos profesionales. Pero, el aúténtico camino del equipo aragonés es asentarse en la categoría, y que «los chicos que terminen de juvenil jueguen el año que viene en Tercera o un poco más arriba», concluye Paco Rúa.