El Real Zaragoza sacó una victoria de oro en el Anxo Carro de Lugo, que conquistó por primera vez en un partido muy abierto, de muchas ocasiones para los dos equipos y que el equipo aragonés ganó por carácter, por querer siempre y por tener a un portero de los que ganan muchos puntos a lo largo de la temporada. Cristian Álvarez sostuvo con sus paradas a un bloque que salió mejor que su rival, que mereció marcar, que mandó dos palos y donde Álvaro falló una pena máxima y otras ocasiones claras, que se vio de nuevo por detrás por su vulnerabilidad atrás, con el penalti cometido por Guitián que Pita transformó y que volvió a remontar para ganar, por tercera vez en la era de Víctor Fernández. Y es que el técnico ha dotado a este Zaragoza de la fe, la ambición y el fútbol y además fue también decisivo en los cambios, en el manejo del partido, un factor diferencial sin duda.

Con el triunfo, el equipo ya pone siete puntos de ventaja con el descenso, una renta tremenda con lo poco que ganan los de abajo. Ahora, la sexta plaza está a nueve, con 14 puntos de 21 logrados desde que Víctor arribó para tomar en brazos a un grupo muerto y que se ha levantado con una energía digna de remarcar. A este nivel, con 16 citas por delante, se puede pensar en todo, pese al mucho terreno que se perdió.

El Zaragoza, lógicamente, tendrá que mejorar el dominio de su propia área, porque ayer concedió demasiadas ocasiones, con un día gris de Verdasca y Guitián y con demasiadas pérdidas de balón en terreno peligroso. Pero antes de que el equipo mostrara esa debilidad lo cierto es que el Zaragoza mereció haber sentenciado el pleito con un primer cuarto de hora soberbio. Con el único cambio de Benito por Delmás, el conjunto aragonés salió mandón, con la presión tras pérdida muy arriba y dominando el balón y el choque. Un buen centro de Nieto despejado por la zaga con Soro presto a marcar, un mal remate de Álvaro a envío de Benito y un disparo de Pombo al palo que el 9 falló de forma incomprensible a puerta vacía debieron ser suficientes para que el Zaragoza golpeara primero, lo que casi nunca consigue, por cierto.

El Lugo se levantó y empezó a dominar la medular, con Eguaras y Zapater mostrando altibajos y algunos fallos. Cristian evitó un remate a su portería de Guitián y despejó ante Toni Martínez antes de que una pérdida de Eguaras sacara una contra vertiginosa del Lugo donde Cristian evitó el doble remate de Lazo y de Toni Martínez, aunque Pulido Santana pitó el penalti de Guitián sobre el primero de ellos, un agarrón liviano y evitable. Pita transformó con dos ocasiones la pena máxima, engañando en ambas al héroe zaragocista de la noche.

El gol dejó tocado al Zaragoza y un error entre Nieto y Verdasca estuvo a punto de costar el segundo. Cristian salió muy bien ante Toni Martínez. Otro fallo de Guitián lo arregló Verdasca, que cuando la primera parte agonizaba envió un patadón a ningún sitio y el error de José Carlos dejó solo a Álvaro Vázquez, que fue derribado por el defensor. El punta, tras el debate sobre quién debía lanzar el penalti, agarró el balón y lo mandó fuera.

OCASIONES PARA LOS DOS / La lotería del partido continuó en el segundo acto. Primero dio Pombo con un disparo al palo, después Cristian Herrera la mandó fuera por poco y Cristian Álvarez volvió a despejar un tiro, en esta ocasión de Lazo. Víctor, con el marcador en contra, decidió apostar por la remontada, jugarse la carta a ganar, porque en la lotería solo le puede tocar al que cree, al que juega. Linares salió en lugar de Zapater para formar con un claro 4-2-3-1 con el delantero de Fuentes de referencia y Álvaro Vázquez, Pombo y Soro por detrás y que James se juntara con Eguaras en el medio.

No tardó en dar frutos esa apuesta del técnico y un gran pase de Eguaras dejó solo a Benito para que Linares marcara a placer estando donde un delantero siempre debe estar.

El partido ya enloqueció. Aguirre, de buena irrupción por Soro, dio más fútbol al Zaragoza, Benito rozó el penalti a Campabadal y Cristian confirmó su gran noche con una doble parada ante Tete Morente y, sobre todo, delante de Manu Barreiro, que se adornó ante el meta argentino, que reaccionó como un felino. En la jugada siguiente, un córner botado por Pombo lo prolongó de cabeza Linares, Aguirre tocó lo justo y Guitián cantó bingo. Restaba poco más de un cuarto de hora y Ros reforzó la medular para que el Zaragoza sufriera menos, aunque viviera con el miedo en el cuerpo en el último tramo porque no brilla por su fortaleza atrás. Al final, recogió el tesoro y mira hacia arriba. Su carácter y su fe lo justifican.